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Actualizado: 13 de junio de 2025


Es una una pobre... murmuraba . Es una una pobre, y no lo haría aunque le diesen.... ¿Y el otro? siguió la implacable Comadreja que estaba ya resuelta a vaciar el saco . ¿Y el amigote, el de los bigotazos, que parece que habla dentro de una olla? ¿El que le llaman Borrén? Ese, ese.... Un baboso con todas; a todas nos dice algo, y el caso es que con ninguna, chicas. Podéis creerme: ni esto.

Pero al acudir a la entrevista, que era, por más señas, en el terreno neutral del café, Borrén conoció que Baltasar traía alguna extraordinaria nueva. Ya no hay necesidad de concertar planes declaró el teniente con forzada risa . ¿No se lo decía yo a usted? Me destinan allá... a Navarra. La cosa anda mal. ¡Bah!... cuatro bandidos que salen de aquí y de acullá; hombre, partidillas sueltas.

Es decir, por ahora está sin formar, ¿eh? y el capitán abría y cerraba las dos manos como dibujando en el aire unos contornos mujeriles . Pero yo no necesito verlas cuando se completan, hombre; yo las huelo antes, amigo Baltasar. Soy perro viejo, ¿eh? Dentro de un par de años... y Borrén hizo otro gesto expresivo cual si se relamiese.

Que es usted una alhaja. ¿Por qué me dice usted eso, bella Anita? pronunció ya afablemente Borrén, que al verse entre gentes y en calles transitadas había recobrado su aplomo. Porque... que uno se marche cuando enferma.... ¡Pero usted! ¡Pero qué hombres! articuló con ira . ¡Si aunque se acabase la casta... no se perdía tanto así!

Para todo enamorado de Marineda, especialmente si pertenecía a la guarnición, el complemento de la dicha era esta idea: Voy a contárselo a Borrén . Y Borrén, como un espejo complaciente, de los que hacen favor, le devolvía la imagen de su felicidad, no exacta, sino aumentada, embellecida, multiplicada, radiante.

En los doce años últimos, pasados junto al río Negro, la imagen de los Torrebianca se había mantenido fresca en su memoria. Una vida de monótono trabajo, poco abundante en novedades, conserva vivas las impresiones, pues éstas no reciben la superposición de otras que las borren. Muchas veces, en sus largas horas de reflexiva soledad, se preguntaba cuál habría sido el final de Elena.

Usted también recela verse envuelto en las redes de esa chica, y tener que casarse.... Baltasar sonrió sin afectación, pero con tal señorío de mismo, que Borrén se encogió de hombros. Pues entonces.... Por un lado, , lo acierta usted; soy un majadero en abrigar tales escrúpulos. Pasa uno así los mejores años de su vida, y ¿qué?, llega uno a viejo sin haber vivido....

A la fiesta habían sido convidados todos los íntimos: Borrén, otro alférez llamado Palacios, la viuda de García y sus niñas, de las cuales la menor era Nisita, la rubia de los barquillos, y por último, la maestra de piano de las hermanas de Baltasar.

Entreténgala usted aconsejó maquiavélicamente Borrén y distráigase por otro lado. ¿Va usted a vivir así a su edad? ¡Pues no faltaba más, hombre!

Baltasar ignoraba los detalles del Carnaval de las cigarreras, y apenas entendería lo que estaba viendo, si Borrén, mejor informado, no se tomase el trabajo de explicárselo. Generalmente estas mascaradas son de puertas adentro; pero hoy, como hace calor y el día está bueno, salen al fresco a bailar.... ¡Qué casualidad, hombre! Casualidad es, tiene usted razón. En todas partes he de encontrármela.

Palabra del Dia

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