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Actualizado: 11 de junio de 2025


Dédalos son, no dedales nuestros blasones, pues todos saben volar en obsequio de nuestros reyes gloriosos. Para hacer á nuestros reyes obsequio que bien les venga, ha sido tan corto el tiempo que apenas está de prueba. En obsequio de unas bodas este gremio contribuye al ver de estas voluntades y coronas el pespunte.

Yo, confesar, me confesaría.... Pero luego... si el cura sabe que me meto en política.... ¡Bah! Bien basta en Semana Santa.... Tampoco yo, gracias a Dios, no soy ninguna perdida... ¡me parece! Bodas de los pajaritos Regresó Baltasar de Navarra y las Provincias firmemente resuelto a estrujar la vida, como si fuese un limón, para exprimirle bien el zumo.

ASTOLFO. Comienzo a tener dudas. Vos veis mejor que yo, conde. EL CONDE. Además, la noche es obscura, ¿verdad? ASTOLFO. , muy obscura. EL CONDE. ¿Ves? Y cuando está obscuro, es muy fácil equivocarse. ASTOLFO. , es muy fácil. ¡Decididamente, no es el duque! EL CONDE. ¡Pobre duque! ¡Ser engañado tan cruelmente en su misma noche de bodas!

Así se prueba en El peregrino en su patria, de Lope, pues, aun siendo una ficción, seguramente se funda en una costumbre arraigada en España, hablándose en él de autos, que se representaron el día de Santiago, después en las bodas de Felipe III con la archiduquesa Margarita, y, por último, para solemnizar la conclusión de la paz entre España y Francia.

Vuestra Majestad, respondió Don Juan, no he querido matar el jabalí; he querido traerlo vivo al palacio; pero esos soldados lo han matado cobardemente. Eres muy valiente, Don Juan, y mereces por esposa la 50 princesa mi hija. Le dieron un cuarto en el palacio y después de algunos días se celebraron las bodas. La princesa no sabía que se casaba con un pobre zapatero.

He aquí, sin duda, el origen, en cuanto se refiere á esa abundancia de recursos y á las excitaciones hechas por Felipe IV á los poetas, de las innumerables comedias de esa especie, destinadas en particular para solaz de la corte del Buen Retiro. Su representación se reservaba para las ocasiones solemnes, bodas, etc., y el lujo, de que se hacía entonces alarde, era real verdaderamente.

Esto no fué, sin embargo, obstáculo para que, pasados cuatro meses, se ajustaran las bodas de Paz con un caballero irlandés que estaba en la embajada inglesa.

Yo me inclino a creer que las bodas más se hacen por conveniencia y cálculo que por previos y poéticos amores. No quiero decir que así debe ser, sino que así es. Acaso de cada cincuenta, acaso de ciento o más parejas que se casan, una sola se enamoró primero.

La humanidad, renovando de generación en generación su activa esperanza y su ansiosa fe en un ideal, al través de la dura experiencia de los siglos, hacía pensar a Guyau en la obsesión de aquella pobre enajenada cuya extraña y conmovedora locura consistía en creer llegado, constantemente, el día de sus bodas.

Todo es animación, todo risa, todo alegría. A la puerta del Tribunal hay varias tinajas de aguardiente de coco, que gratuitamente van trasegando los transeúntes. En los hornos se cuecen pastas, y en las mesas de la cocina hay tal número de aves y tal cantidad de tasajos de carne, que hacen recordar las bodas de Camacho. Ese día come y bebe todo el pueblo á costa de su nuevo capitán.

Palabra del Dia

rigoleto

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