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Actualizado: 11 de julio de 2025


¡Mírala! ¡mírala! exclama de repente agitando su sombrero. Ese brillante carruaje tirado por dos caballos es la carroza de gala de los Felshammer, que Martín se hizo fabricar expresamente para sus bodas. En el fondo de él, la figura blanca que se apoya en uno de los lados con indolencia, mirando a su alrededor con seriedad, es ella, «la mujer del rico Felshammer», como se susurra al verla pasar.

5 Mas ellos sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza y otro a sus negocios. 6 Y otros, tomando a sus siervos, los afrentaron y los mataron. 8 Entonces dice a sus siervos: Las bodas a la verdad están aparejadas, mas los que eran llamados no eran dignos. 9 Id pues a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos hallareis.

Esta, Roselo, Anselmo y el criado se disfrazan de labradores, para aprovechar la primera ocasión de alejarse que se les presente. Antonio llega al castillo en compañía de otros Castelvines, para solemnizar sus bodas con Dorotea. Su venida obliga á los disfrazados á ocultarse.

Ni yo, ni nadie en Italia ha podido gustar de todas esas tristes extravagancias. Las bodas del Pecado y la Muerte, y las culebras que pare el Pecado provocan á vomitar á todo hombre de gusto algo delicado; y su prolixa descripcion de un hospital solo para un enterrador es buena.

Un gran renovador de la humanidad, un poderoso artista de la historia, eso es lo que vimos ayer en Versalles; ese es Horacio Vernet. Para el pintor del Asia, la pintura era un ídolo. Para el pintor de Grecia, una Vénus, un héroe, unas bodas. Para el pintor de Esparta, un guerrero. Para el pintor feudal, un señor ó un fraile. Para el pintor del renacimiento, un rey ó un santo.

Dispusiéronse las bodas con pompa y magnificencia nunca vista: todo era fiestas, torneos, óperas bufas; y en toda Italia se hiciéron sonetos en mi elogio, de los quales ninguno hubo que no fuera rematado de malo.

Doña Catalina cerró la puerta por donde habían entrado, se aseguró por misma de que las otras puertas estaban cerradas también, y luego arrojó el manto, y apareció deslumbrantemente vestida. He aquí dijo Quevedo , que el sol sale á la media noche. Os he traído á mi cámara de bodas, y para ello me he vestido el mismo traje de mis bodas.

Daba al famoso dormitorio cuya entrada me había prohibido mi hermana, a fin de que tuviera una gran sorpresa el día de mis bodas.

Poco después de la celebración de sus bodas, se vió Lope embrollado á causa del desafío, referido antes, que cuenta Montalván, y al fin salió desterrado de Castilla.

En los mercados y ferias, que se celebraban en todas las poblaciones de alguna importancia, no sólo concurrían en busca de diversiones compradores y vendedores, sino curiosos innumerables, puesto que en ellas, como en las consagraciones de las iglesias, en las bodas, etc., nunca faltaban entretenimientos y fiestas de todo género.

Palabra del Dia

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