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Actualizado: 9 de junio de 2025
Pero alto allá: este otro papel es de fresca data, y envuelve otro papel cerrado y sellado con blasones y armerías. Antúnez no se contenta ya con la delgada usura de los aldeanos, y presta también a los grandes señores.
La aristocracia antigua ó tradicional gusta, en lo general, de ostentar sus títulos en grandes escudos de armas y blasones, en ruidosas denominaciones y en otras exterioridades.
Dos columnas dóricas a cada lado de la puerta sostienen el largo balconaje de ancho saliente; otras dos columnas a una y otra banda del hueco rematan en un clásico frontón triangular con las cornisas de enroscadas volutas. Y a una y otra parte de la fachada, en los grandes paramentos de los muros blancos, resaltan sendos y afiligranados blasones pétreos.
Los edificios en llamas evocaban el recuerdo de todos los muebles raros y costosos amontonados en sus dos viviendas y que eran como los blasones de su elevación social. Los ancianos fusilados, las madres de entrañas abiertas, los niños con las manos cortadas, todos los sadismos de una guerra de terror, despertaban la violencia de su carácter. ¡Y esto puede ocurrir impunemente en nuestra época!...
A pesar de su prodigioso vigor, del arte con que tritura los huesos, no es el favorito de los reyes, que no deben de encontrarlo bastante elegante para figurar en sus blasones: en cambio, muchos pueblos le quieren por sus cualidades y hasta el cazador que le persigue siente por él, aun sin querer, cierta simpatía.
Al llegar a casa volvió el tío Manolo a ayudarla a saltar del coche y ofrecerla caballerosamente su brazo para subir la escalera. El brigadier y su hijo marchaban detrás. Aquella hermosa señora que estusiasmó a Miguel, era hija de una familia sevillana, tan necesitada de bienes de fortuna como rica en timbres y blasones.
En el tímpano, un relieve representaba a la Virgen rodeada de ángeles, vistiendo una casulla a San Ildefonso, piadosa leyenda repetida en varios puntos de la catedral, como si fuese el mejor de los blasones.
Villaverde fué imperialista hasta la médula de los huesos, y por aquellos tiempos hizo alarde de su hostilidad al partido imperante. En mi querida ciudad natal todos eran conservadores, y al advenimiento del régimen monárquico más de un budista villaverdino soñó con títulos y blasones.
Estando aqueste indio razonando Con superbas palabras y blasones, En breve de mi lado retumbando, Un tiro le ha acortado sus razones: De entre las yerbas salen bojeando Del indio Zapican dos escuadrones, Que estaban
Nocturno adorno bello que a las encantadoras filipinas regala Dios para prenderse al cuello. Con ardiente ambición desmesurada, anhela ciego el hombre, sin reposo, blasones adquirir, nombre famoso, y subyugar la ciencia ilimitada. Escudriñar la bóveda estrellada, registrar el Océano proceloso, por llegar, arrogante y majestuoso, de la gloria a la cúspide escarpada.
Palabra del Dia
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