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Actualizado: 3 de octubre de 2025
En la biblioteca del duque de Osuna se encuentran manuscritas de Belmonte las comedias: El sastre del Campillo, autógrafa, con la firma de Luis de Belmonte Bermúdez: 1.º de augusto 1624. El satisfecho, autógrafa, con firma, fecha en Sevilla, el 5 de julio de 1634. El conde de Fuentes. El hortelano de Tordesillas. A un tiempo rey y vasallo, autógrafa, con firma y licencia de 1642.
1 El vaquero de Granada, de D. Juan Bautista Diamante. 2 La dicha del carbonero y Lorenzo me llamo, la nueva, de D. Juan de Matos Fragoso. 3 Hay culpa en que no hay delito, de D. Román Montero de Espinosa. 4 El mancebo del camino, de D. Juan Bautista Diamante. 5 Los sucesos de tres horas, de Luis de Oviedo. 6 Fiar de Dios, de D. Antonio Martínez y D. Luis de Belmonte.
9 La prudencia en el castigo, de D. Francisco de Rojas. 10 La sirena de Trinacria, de D. Diego de Córdova y Figueroa. 11 Las lises de Francia, del Dr. Mira de Mescua. 12 El sordo y el montañés, de D. Melchor Fernández de León. 1 Los bandos de Berona, de D. Francisco de Rojas. 2 La sirena del Jordán, San Juan Bautista, de Don Cristóbal de Monroy. 3 Los trabajos de Ulises, de Luis de Belmonte.
Gran esfuerzo costó á Roger separarse de aquellos dos buenos amigos, sobre todo inclinado como estaba á la vida de viajes y aventuras que tanto le atraía, no por los alicientes que en ella pudieran hallar hombres como el arquero y su recluta, sino por el vasto campo que ofrecía á su vivo deseo de aprender, de ver el mundo y de aprovechar prácticamente los variados conocimientos, oficios y artes adquiridos en el convento de Belmonte.
Carecemos también de datos biográficos acerca de Luis de Belmonte , sabiéndose únicamente que floreció en tiempo de Lope de Vega. Sus comedias son poco más que medianas, y no brillan por su originalidad.
Entre vuestros compañeros, si aceptáis, veréis jóvenes de la mejor nobleza del reino. ¿Sois jinete? preguntó el barón. He cabalgado mucho en las posesiones de Belmonte. Sin embargo, tendremos en cuenta la diferencia entre la pacífica mula de los frailes y el caballo de batalla. ¿Sois músico? Sé cantar y toco la cítara, la flauta, el rabel.... ¡Bravo! ¿Y en heráldica? ¿Leéis blasón?
Sé esmaltar, conozco algo el tallado de piedras preciosas, puedo construir muchos instrumentos músicos y cuanto á la heráldica, no hay en Belmonte amanuense ni novicio que la sepa mejor que yo. ¡Pues no es corta la lista! exclamó el superior con alegre acento. No hubieras aprendido más en el Real Colegio de Exeter. Pero ¿qué me dices de tus otros estudios, de tus lecturas y composiciones?
Las marquesas se mezclaban con las niñeras y las criadas de servir, haciendo cola a la intemperie, durante horas y horas, para ver aquella obra, de la que se contaban tantas maravillas. Fue el Rey, fueron los ministros, fueron los académicos, fueron los obispos y los generales. Los periódicos por aquellos días hablaban de Julio Antonio con tanta extensión como si se tratara del propio Belmonte.
Leídos el jueves siguiente á dicha fiesta de la Asunción, en la abadía de Belmonte, ante el reverendo abad Fray Diego de Berguén y la comunidad reunida en capítulo.
HARTFORD, Abril de 1896. La gran campana del monasterio de Belmonte dejaba oir sus sonoros tañidos por todo el valle y aun más allá de la obscura línea formada por los bosques.
Palabra del Dia
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