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Actualizado: 12 de julio de 2025


Abriéronsele a Cervantes las entrañas, alborotósele el corazón, espanto le cogió el alma, porque pareciole que algo que no podía comprender, a aquella desmayada beldad le atraía.

Yo soy el rosal; , Crematurgo, eres el mantillo; Eumorfo, la mariposa; y Proclo es la nariz que aspira el aroma y la mente que estima la beldad y goza dignamente de ella. ¿Qué culpa adquiere el rosal de que nada sea completo en este bajo mundo? ¡Lástima es que no se logren mantillo, mariposa, narices y mente en un ser solo!

»Dios mío, Dios mío, si estás en mi alma, si no la has abandonado, acude a mi voz y consuélame y perdóname. ¿Qué vale ella, qué vale toda su hermosura, toda la lozanía de su mocedad, toda la noble altivez de su mirada, todo el ritmo de su forma, toda la gracia de sus movimientos, si acierto a volver de nuevo mi mente y mi voluntad hacia ti, en quien no hay excelencia, beldad y gracia que no se cifren y resuman?

De Dios fué mui venturoso aquel dia sin dubdanza en cobrar tal alegranza deste rei tan poderoso: por merced del pavoroso este gran señor cobraste, Castilla, que deseaste noble rei é generoso. De reyes de tal natura cïerto en toda partida, de realeza complida non nasció tal criatura. Con beldad é fermosura non es visto en lo poblado, nin tan bien aventurado. ¡Dios le buena ventura!

En el acto segundo vemos á D. Juan, desesperado por la infidelidad de su amada; hasta la prueba de afecto, que le ofrece, entregándole todos los regalos recibidos, se estrella en su incredulidad, y resuelve, por tanto, hacer la corte á otra beldad, llamada Marcela.

Seré merecedor de tu desvío, Mas no comprendo la ilusión extraña Que á dar tanta beldad te precipita, Inútil don, tesoro inmaculado, Á la vejez marchita. La amapola del prado No despliega la pompa de sus hojas, De púdico amor rojas, Hasta que el sol derrama En su velado seno estiva llama; Ni la rosa se atreve Á abrir el cáliz entre escarcha y nieve.

No soy yo ingrato a tus obras, Pues vengo a ser tu marido; Ni el suspirar causa ha sido De la sospecha que cobras. No fué tu poca hermosura O mucha facilidad, Que eres ángel en beldad Y reina en la compostura. Ni te imaginó mi amor Más perfeta en pintada; Que antes, después de gozada, Me has parecido mayor.

Por otra parte, me era preciso acercarme a esa beldad para conocer la fuerza del poder que la tiene enajenada. En fin, todo está conocido; todo se remediará.

Don Diego tiene relaciones amorosas con otra beldad, de nombre Doña Elvira, con la cual, en la escena inmediata, celebra una entrevista en el Prado, que, en esta ocasión, es muy acalorada, y Elvira, en su consecuencia, quiere acompañar á su casa á su amante; éste se ve, por tanto, en una posición embarazosa, acordándose de su huéspeda y oponiéndose con astucia al proyecto de su adorada, y logrando disuadirla de él y regresar solo á su casa.

Mitla era la ciudad de los zapotecas: en Mitla están aún en toda su beldad les paredes del palacio donde el príncipe que iba siempre en hombros venía a decir al rey loque mandaba hacer desde el cielo el dios que se creó a mismo, el Pitao-Cozaana.

Palabra del Dia

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