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Actualizado: 1 de mayo de 2025


PROCLO. Hace ya años que mi alma no tiene caprichos. Es mandato de un numen. MARINO. ¿Puedo saber de cuál? PROCLO. De Venus Urania. MARINO. ¿La evocaste? PROCLO. No la evoqué. Ya sabes que en el día rara vez me tomo el trabajo de evocar a los númenes. Ellos mismos bajan del Olimpo y vienen a verme, enamorados de mi afable trato.

Pues, señor, hasta ahora no es gran cosa. Lo que tiene es buenos versos. Entretanto la condesita de * entra al segundo acto dando portazos para que la vean; una vez sentada no se luce el vestido; los fashionables suben y bajan a los palcos: no se oye: el teatro es un infierno: luego parece que el público se ha constipado adrede aquel día. ¡Qué toser, señor, qué toser!

Así es que largos convoyes de rocas, desordenadamente hacinadas, siguen el andar del ventisquero. Súmanse al río de hielo ríos de piedras que bajan de todo derruido promontorio, de todo círculo surcado por el alud.

Casi en el vértice que forma la Sierra-Nevada al sudeste de Granada, nace el lindo Jenil, cuyas ondas escasas y anchas vegas han inspirado á tantos poetas; recorre la llanura ó afamada Veya, que tiene como 40 kilómetros de circunferencia, y recoge las aguas que bajan de la sierra en el Dilao, el Monachi, el Alfacas, el Darro y otros riachuelos que fecundan el pais.

Juzgo que no es nacion numerosa, pues no bajan con sus canoas al rio Paraguay. Los portugueses, que navegan por Xarayes desde Cuyabá á Mattogroso, dijeron que en algunas arboledas que hay, en los anegadizos de Xarayes, se dejaban ver algunos indios, aunque pocos. No saben de que nacion sean. Pueden ser algunas reliquias de los Xarayes.

En uno de esos días, cuando han llegado casi á la vez tres ó cuatro buques, por lo común de África ó de la América del Sur, ó cuando están á punto de salir con ese destino, se oye el frecuente ruido de las pisadas de los que suben ó bajan á toda prisa los escalones de granito de la Aduana.

Una de las cosas que más cautivaban a Jacinta era aquella costumbre de los patios amueblados y ajardinados, en los cuales se ve que las ramas de una azalea bajan hasta acariciar las teclas del piano, como si quisieran tocar. También le gustaba a Jacinta ver que todas las mujeres, aun las viejas que piden limosna, llevan su flor en la cabeza.

Adivinaba más que percibía los preparativos que la servidumbre estaba ejecutando en obsequio de aquella vil mujer que le había revelado toda la negrura y todo el dolor de la existencia: «Ahora bajan la lámpara del comedor... Ahora sacan la vajilla... Deben de estar haciendo la cama... Ha salido gente: será Rufino a buscar a la tienda alguna cosa... Parece que están hablando en el gabinete azul...»

Véase pues, que ventajas tan grandes resultaban á la provincia, y aun á todo el reyno el reconocimiento y seguridad de estos pasos. Las inmensas indiadas que por ellos bajan á proveerse de caballos y ganados, es una langosta, ó plaga de su destruccion: que á no ser unos campos tan dilatados y fértiles, no dejarian casta.

Se bajan entónces por el rio Machupo como tres leguas, hasta entrar por la derecha en un arroyo, muy incómodo para la navegacion, por estar guarnecido de árboles, entre los que es menester abrirse paso con hacha en mano y luchando contra una corriente rapidísima: pero muy luego las ondas se aquietan, el arroyo se ensancha, sus ribazos se despejan del arbolado, viniendo por último á formar una laguna de medio cuarto de legua de ancho y de una legua de largo.

Palabra del Dia

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