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Actualizado: 1 de junio de 2025


El vigilante dió un agudo silbido con un pito colgado al uniforme, y los penados, turbados en su sueño, se incorporaron con los ojos asombrados y las caras lívidas. Puede usted embarcar, milord. ¡Adelante! La embarcación hendió con su proa las aguas de la bahía, mientras Tragomer, perdido en sus pensamientos, se dejaba mecer por el movimiento acompasado de los remos al hundirse en el mar.

Mentiría si dijera que no me acordaba de Dolorcitas; pero me acordaba de una manera vaga, remota. En el barco supe que se había casado; pero por más esfuerzos que hice para desesperarme no lo pude conseguir. Entramos en la bahía de Cádiz una mañana de invierno, con un sol espléndido.

Y añadió en voz misteriosa: ¡Es una jugada del chino Quiroga! ¡Ejem, ejem! volvió á toser el maestro pasando el sapá del buyo de un carrillo á otro. Créeme, Chichoy, ¡del chino Quiroga! ¡Lo he oido en la oficina! Nakú, ¡seguro pues! exclamó el simple, creyéndolo ya de antemano. Quiroga, continuó el escribiente, tiene cien mil pesos en plata mejicana en la bahía. ¿Cómo hacerlos entrar?

Está limitado en la costa al E. por punta Flecha y al O. por punta Sugud en la bahía de Sarangani, en el interior por las cordilleras que le separan de Misamis y Surigao y por los terrenos pantanosos y lagunas que le separan de Davao. Extensión y superficie. De punta Flechas hasta los estribos de Tucuran 51 kilómetros. De Tucuran por el interior á los montes de Bislig 272.

Miguel se enteró por el práctico de que el pueblo estaba dividido en dos parroquias; la parte de la derecha se llamaba San Pedro, la de la izquierda San Juan. Enfrente, bastante más lejos, había un grupo de casas y almacenes nuevamente edificado, conocido con el nombre de Pasajes ancho, o Ancho solamente. El vapor ancló en medio de la bahía hasta el día siguiente.

Media legua mas allá hay otra bahía nombrada Henri, que por hallarse desabrigada al O, no es propia para fondear.

Al llegar a la Aduana comenzaba a obscurecer. En las torres blancas de las casas próximas a la muralla quedaban aún resplandores de sol. Echábamos una última mirada a la bahía.

Ved las dos galeras balanceándose plácidamente en la bahía exterior de Coves, y mirad también en tierra, hacia el este, la humareda que levantan sus últimos incendios. ¡Ah, perros! Ya nos han visto; las lanchas de los incendiarios se apartan de la costa á todo remo, dirigiéndose á sus galeras, que Dios confunda. ¡Y qué multitud á bordo! Parece aquello un hormiguero.

La bahía, de forma irregular, aunque generalmente circular, queda encerrada entre la isla de León y la lengua de tierra mencionada; pero la punta de Cádiz es tan avanzada que parece como dominando el pequeño golfo de «Santa-Maria».

La lentitud de su marcha; la altura de su aparejo, cubierto de lona; cierta misteriosa armonía que mis oídos de niño percibían como saliendo de los gloriosos cascos, especie de himno que sin duda resonaba dentro de mismo; la claridad del día, la frescura del ambiente, la belleza del mar, que fuera de la bahía parecía agitarse con gentil alborozo a la aproximación de la flota, formaban el más imponente cuadro que puede imaginarse.

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