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Actualizado: 1 de junio de 2025


En cuyo dia pasaron á bordo Mr. Clayton con 25 marineros y oficiales, el teniente de marina Olive, un sargento, un caporal ó cabo de escuadra, un tambor y 25 personas particulares. El dia anterior entró en la bahía un navio grande, que venia de la isla de Rhode, en la Nueva Inglaterra, para la pesca de ballenas.

Lo mismo se gana el cielo dentro que fuera del convento. ¡La pobrecilla lo ha sentido mucho! Tanta compasión dio mala espina a Miguel. Doña Rosalía al cabo le dejó solo. Aquella noche no era fácil ver a la generala. Su casa se hallaba del otro lado de la bahía, y a tal hora costaría trabajo dar con ella.

Que habia hecho bastante para aquietar el ánimo del Rey de España, con respecto á los celos que podria tener de una potencia del norte, siendo tan loca, que intentaba hacer un establecimiento en donde todos debian perecer. Que la Bahia sin Fondo estaba muy distante del cabo de Hornos, para que viniese dentro del círculo de sus instrucciones.

Los salvajes, al notar aquellas maniobras, presumieron que los blancos se preparaban a abandonar la bahía y acudieron a la playa dando furiosos gritos y blandiendo las armas. Algunos, más audaces, se arrojaron al agua, mientras los otros saltaban hasta los extremos de la escollera; pero un disparo de la lantaca hizo caer a tres o cuatro, refrenando el ardor de los demás.

El abandono del fuerte de la Sabanilla en la bahía Illana, la retirada de nuestras tropas de Zamboanga, donde un magnífico fuerte quedó encomendado á la lealtad y custodia de los «Lutaos», y por último, la toma por los moros del fuerte de Tandag en 1760, donde fueron acuchillados los 300 hombres que lo guarnecían, hizo dueños de casi toda la isla á los mahometanos, alcanzando con ésto extraordinario prestigio sobre los naturales, sometidos en absoluto desde entonces á su dominio.

Cuando la tarde declinó pasaron por delante de San Sebastián. Miguel se esforzaba por ver la boca de la bahía de Pasajes, sin conseguirlo. El capitán se desesperaba porque no aparecía la lancha del práctico.

Cogió la batelera los remos, atravesó la bahía, amarró el bote y desapareció allá entre los árboles. Mientras tornaba con la respuesta, nuestro joven se fue a hacer una visita al capitán del vapor y al piloto de las peteneras.

A popa, el mar libre quedaba casi oculto detrás de unas islas peñascosas con faros en sus cumbres. Frente a la proa, la bahía enorme estaba enmascarada por el avance de pequeños cabos que parecían cerrar el paso.

Es en ese astillero, situado en la bahía, cerca de las salinas, como á 1,200 metros de San Fernando, donde España tiene una de sus mejores fábricas navales. Allí se construyen buques de guerra, y aún de comercio á veces, de todos tamaños y condiciones, y se hace el carenaje, así como se trabajan en grande escala lonas para velas, jarcias, cordajes, etc.

García refunfuñaba: ¡La bahía!... A nunca se me ha alcanzado con qué derecho puede tener bahía un pueblo como el de Vigo... Yo había leído este diálogo, que acabo de traducir casi literalmente, en La Biblia en España, de Jorge Borrow, que así se llamaba aquel inglés estrafalario, hoy una de las glorias más puras con que cuenta la literatura inglesa.

Palabra del Dia

rigoleto

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