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Actualizado: 1 de julio de 2025
Todos sitúan esta bahia en 49 grados, minutos mas ó menos, y tienen razon: porque como ya dije, se ha visto ahora que está en 49 grados y 12 minutos su entrada, y el medio, en donde pueden surgir los navios, en 49 grados y 15 minutos.
Sólo mirando el plano hay para echarse a temblar por aquellos parajes: la isla de la Desolación, el puerto del Hambre, la bahía de la Desesperación.... Acercándose a tierra, no se veían mas que rocas peladas y bancos de hielo. Hacía un frío terrible, y no se encontraba un rincón donde guarecerse.
Los marineros, que habian ido hoy á tierra en la lancha, hallaron en el campo un letrero con estos caracteres: I. O. HN. WOOD, que será el nombre de algun inglés ú holandés que haya estado en esta bahia.
Maltrana, acostumbrado a ver anclar los buques en mitad de los puertos o amarrarse a un muelle en el espacio anchuroso de una bahía, extrañábase ante los poderosos trasatlánticos alineados como bestias en unas dársenas cuadradas semejantes a corrales acuáticos, y pasando de una a otra, sumisos al tirón de los remolcadores.
Al medio-dia de este promontorio entra un brazo del Océano occidental, formando una bahia, y terminando en lagunas. No se sabe si esta laguna, ó bahia puedo servir para estancia de navios, respecto de que jamas se ha sondeado, no atreviéndose á llegar allí los navios por miedo de los bancos, que llaman Arenas Gordas.
Cuando el Gaviota II tornaba á anclar en una bahía visitada el año anterior, los curiosos encontraban completamente renovado este harén errante. Algunas veces llegaban á reconocer á una ó dos de las damas, pero tenían la expresión melancólica y paciente de la odalisca venida á menos, que se considera contenta en el lujo y el olvido.
La distancia que acababa de recorrer, desde Southampton á la capital del Brasil, mi primer viaje marítimo, fué de 5,155 millas, distribuidas del siguiente modo: de Rio Janeiro á Bahia, 685 millas; de Bahia á Pernambuco, 380; de Pernambuco á San Vicente, 1,620; de San Vicente á Canarias, 850; de Canarias á Madera, 265; de Madera á Lisboa, 525; y de Lisboa á Southampton, 830.
Había hablado con franqueza y sinceridad: ella me consideraba como si hubiese sido su hermano mayor; eso era todo. Aquella misma noche, mientras me paseaba por la cubierta del vapor que atravesaba el canal en medio de un fuerte viento de invierno, contemplando la luz giratoria de la bahía de Calais, que a cada momento se distinguía mejor, mis pensamientos estaban dedicados a ella.
Al través de los sucios vidrios, barnizados de polvo de rapé, que se había ido depositando lentamente, y en cuyos ángulos trabajaban muy a su sabor las arañas, se divisaba la concha de la bahía, el cielo y la lejana costa.
A la derecha estaba el puerto, repleto de mástiles y amarillas chimeneas; más, allá, avanzaba en las aguas de la bahía la masa obscura de los pinos de Bellver, y sobre su cumbre erguíase el antiguo castillo, redondo como una plaza de toros, con su torre del homenaje suelta, aislada, sin otro lazo de unión que un gallardo puente.
Palabra del Dia
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