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Actualizado: 1 de octubre de 2025
Ni por hablarle de la zafra y describirle cómo se recoge el tabaco y hacer cálculos exactos de lo que se gana en cada caja de azúcar y lo que se ganaría si se rebajasen los derechos, ni por contar los cien pormenores interesantes sobre la importación de las carnes saladas de la República Argentina y del bacalao de Terranova, logró Romeo que su Julieta emitiese más que secos monosílabos.
Y hasta más de media noche duró la cena en el fondín principal del pueblo: un banquete de platos populares y substanciosos, tales como los soñaban aquellos ricos improvisados en su época de hambre: conejos de monte, gallinas en toda clase de guisos, bacalao bajo todas las formas, un interminable desfile de viandas vulgares rociadas desde la primera á la última con champagne de las mejores marcas.
No necesitó más la bondadosa anciana, para que se le desbordase la piedad, que caudalosa inundaba su alma; y llevando a la realidad sus intenciones con la presteza que era en ella característica, fue al instante a la tienda de comestibles, que en el ángulo de aquel edificio existe, y compró lo necesario para poner un puchero inmediatamente, tomando además huevos, carbón, bacalao... pues ella no hacía nunca las cosas a medias.
Lo que es el chaud-froid, por culpa de la gelatina que le envolvía y por lo frío que estaba, le dio mucho asco y no consintió en llevársele a la boca. Don Ambrosio perdió con esto los estribos; no acertó a contenerse y deploró en mi presencia con acerbas frases la ingénita ordinariez de su hija, que no gustaba sino de alboronía, chanfaina, pepitoria y sobrehúsa de bacalao.
BACALAO A LA VIZCAÍNA. Cortado el bacalao en trozos regulares, se pone a remojar un día antes de hacerlo, cuidando de cambiar el agua; cuando está desalado se cuece unos minutos y se escurre bien. Cuando está frío se le quitan las espinas y la piel y se fríe. Se fríe cebolla, tomate y pimientos secos, y se mezcla con el bacalao.
La tierra es arenisca y sin leña, pero no falta pasto: su calidad es mejor que la del Rio Negro, exceptuando la llanura de este á donde lo bañan las corrientes; hallé rastro fresco de caballos silvestres, como de 70 animales, y abunda de perdices, leones, jabalies y liebres. Se tendió la red y se pescaron pejereyes, sollas y bacalao, pero poco. Al anochecer volví á bordo.
Los hombres escuchaban reflexivos, con la cabeza descubierta. Las mujeres se habían vestido de negro, con una cofia de puntillas y las manos enmitonadas. Fué á Terranova á cargar bacalao. Allí era donde la corriente cálida del golfo de Méjico se encontraba con la fría del Polo.
A los magullamientos del buey traidor uníanse las bofetadas y escobazos de la madre; pero el héroe del Matadero pasaba por todo con tal que no le faltase la pitanza. «Pega, pero dame que comer.» Y con el apetito excitado por el ejercicio violento, engullía el pan duro, las judías averiadas, el bacalao putrefacto, todos los víveres de desecho que la hacendosa mujer buscaba en las tiendas para mantener a la familia con poco dinero.
Se ha hecho el cálculo que, si todos los huevos de bacalao que anualmente ponen las hembras de esos antipáticos animales, se consiguieran, la sección entera del Atlántico comprendida entre la América del Norte y la Europa, se convertiría en una masa sólida. Otro tanto podría suceder en el Magdalena con los caimanes.
No, hijo: no traigo fuego ni hace falta, que bastante achicharradito estás aquí. Te estás quedando más seco que un bacalao. Micor... mí quierer seco... y arder como paixa. En paja te convertirías si yo te dejara. Pero no te dejo, y ahora vas a comer y beber de lo que traigo en mi cesta. Mí no comier... mí ser squieleto».
Palabra del Dia
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