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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Gabriel creía estar a campo raso en una noche obscura, únicamente al ir de un lado a otro, con la linterna por delante, surgían de la sombra los contornos de la catedral, más grandes, más monstruosos. Las pilastras le salían al encuentro, agrandándose, subiendo hasta las bóvedas a impulsos del resplandor de la linterna. Los cuadros del embaldosado parecían danzar a cada movimiento de luz.
Mientras paseaba hace poco este caso de conciencia bajo las bóvedas de la gran Catedral de Amberes, al caer la tarde, me parecía ver a Elena tal como se me apareció en Quimper, en un rayo de luna, como una criatura fantástica, como un ser de pura espiritualidad. Cuando estoy lejos de ella, así es como la veo y así habrá atravesado mi vida.
Frente al puerto, se levanta la maciza fortaleza, el cuadrilátero de piedra que ha desempeñado un papel tan importante en la historia de la colonia, en la lucha de la independencia y en todas las guerras civiles que se han sucedido desde entonces. En sus bóvedas, como en las de la Guayra, han pasado largos años muchos hombres generosos, actores principales en el drama de la Revolución.
Las paredes, las bóvedas y el suelo constituían la realidad del más fantástico de los sueños de Las mil y una noches. La abertura de la cueva daba entrada á luz bastante para que apreciáramos todos los detalles.
Sucedia en los últimos tiempos del arte ojival en las provincias mismas donde se habia formado, lo que no sucedió jamás en su buena época: los francos-constructores hacian v. gr. el buque de la iglesia, sus naves, sus pilares, sus bóvedas, segun un modelo y traza ya conocidos y uniformemente repetidos: luego venian todos los artífices encargados de los demas objetos accesorios y de decoracion.
El relámpago se deslizaba sobre las bóvedas de la noche como una espada flamígera y, a la luz pasajera, se veían de cuando en cuando algunas sombras siniestras descender sobre el valle, parecidas a esos espíritus vengadores que son enviados sobre las alas de la tempestad para atemorizar a los niños y a los hombres.
Aquellos oficiales de calzón blanco y peto rojo, que con la espada al costado y el bicornio sobre el muslo escoltaban a Dios, tenían sin duda noticias de su existencia; alguno habría oído hablar de él, y tal vez guardaba su nombre en la memoria como el de un enemigo de la sociedad. ¡Y el réprobo repelido por todos, refugiado en un hueco de la catedral, como las aves aventureras que anidaban en sus bóvedas, era el que guiaba el paso de Dios por las calles de la religiosa ciudad...!
Sin que nosotros pudiéramos verlo, porque no habia la necesaria claridad, el conserje cogió un gran tambor que tenia oculto en uno de aquellos rincones, y sacudió en él un fuerte golpe, que aumentado increiblemente por un notable efecto acústico de aquellas bóvedas, produjo el estrépito de que he hecho mencion.
La construcción duró un siglo. El exterior tiene algo de fortaleza; y, en efecto, á esta Catedral se dió el nombre de la Fuerte. Las bóvedas, cubiertas por fuera de escamas; los muros, coronados de almenas, y los cubos de sus ángulos, revestidos con capacetes escamados también, hicieron decir que parecía un guerrero armado de todas armas.
Godofredo no se hartaba jamás de describir la luz «filtrándose por los cristales de colores, la voz del órgano resonando en sus altas bóvedas, las oraciones de los fieles elevándose entre nubes de incienso, la flecha calada de la torre señalando como un dedo al cielo.» Por esta razón todas las damas caían en éxtasis cuando se hablaba de él.
Palabra del Dia
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