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Actualizado: 6 de junio de 2025


El ventisquero que no deja de andar, y cuya hendida masa vibra con estremecimiento continuo, sacude el manto de nieve que lo cubre: aquí y allá se hunden las bóvedas y caen en grandes trozos en las profundidades de las grietas. Muchas veces no quedan más que estrechos puentes por los que no se anda sin haber probado con el pie la solidez de la nieve.

En la mayor parte han desaparecido los nervios de las bóvedas, los capiteles y repisas de donde partian, los nudos y florones en que remataban; las arcadas de las naves llevan encima ridículos cornisamentos, los esbeltos pilares de piedra estan sepultados en la pesada masa de cal y canto que sostiene los modernos arcos de medio punto, y estos arcos suelen estar flanqueados de pilastras romanas de risibles proporciones.

En aquel mismo Claustro hay centenares de sepulcros de canónigos, ora empotrados en las paredes, ora embutidos en el suelo, ora formando las jambas de las puertas, ora colgados cerca de las altas bóvedas. ¡Son los Cabildos que han precedido al actual desde el siglo XII inclusive!

Por el lado de la población y de sus calles llenas de polvo, las altas murallas coronadas de almenas y agujereadas de trecho en trecho por algunas angostas aberturas, presentan un aspecto terrible; pero cuando se ha penetrado en el recinto y se han pasado las bóvedas, los corredores y las arcadas, se nos presenta el jardín rodeado de elegantes columnas que recuerdan los esbeltos troncos de las palmeras.

Marqués de Miravel, quien procedió inmediatamente á repararlas. Así lo indica la siguiente modestísima inscripción, que se lee en el testero posterior del coro: Estando estas bóvedas en ruinas, se construyeron por José Campal, año de 1860.

Aquellas bóvedas silenciosas, quietas y como amontonadas sobre mismas, aquella techumbre formidable que parece estar suspendida por el genio del hombre, no nos trae esperanzas del cielo, no nos trae palabras y consuelos de otra vida mejor, pero nos da una grande idea de la tierra. Aquí todo respira grandeza, atrevimiento, orgullo.

Cediendo al cansancio empezó á dormitar; mas no durmió con ese sueño que da reposo al cuerpo y al espíritu, porque su excitación le impedía un descanso profundo. Dormía con el letargo doloroso ó indeciso que representa todas las visiones de la vigilia anterior de un modo incoherente y monstruoso. En su sueño creía escuchar lamentos que resonaban en las bóvedas de la Cárcel.

Se apoderaban de la llave de las bóvedas y entraban en este lugar misterioso, al que únicamente subían los obreros de tarde en tarde. La catedral era fea y vulgar vista desde arriba. En sus primeros tiempos habían quedado las bóvedas de piedra al descubierto, sin más remate que una calada barandilla de aéreo aspecto.

Uno de los más curiosos espectáculos de la montaña es esta brusca aparición del arroyo que durante todo el curso por las regiones superiores ha corrido por la sombra, acrecentándose con los millones de gotitas desprendidas de las hendiduras de las bóvedas.

Pero lo que más conmovió a los dos fue el imponente Dies iræ, cuando resonó bajo las bóvedas del templo, tocado por el eminente Thalberg.

Palabra del Dia

rigoleto

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