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Actualizado: 29 de junio de 2025


Desnudos, sin otra concesión a la decencia que un blanco mandil, trabajaban cerca de las abiertas rejas, y aun así, su piel inflamada parecía liquidarse con la transpiración, y el sudor caía a gotas sobre la pasta, sin duda para que, cumpliéndose a medias la maldición bíblica, los parroquianos, ya que no con el sudor propio, se comieran el pan empapado en el ajeno.

sobre un temblor de ardientes resplandores y de incensarios mágicos y flores ¡tu eres la hostia de mi amor, divina! Como Cristo en la bíblica leyenda yo te digo: "mujer, ¡yo te perdono!" ya que te apartas de la negra senda donde se alberga el mal y arde el encono.

Grinell ni al público norteamericano; organizóse otra con los socorros prestados por ciertas sociedades de Londres que tenían en mira, ó la propagación bíblica, ó una postrera investigación respecto al malogrado Franklin. Pocos viajes hay más interesantes que éste, y se explica á maravilla el ascendiente que el joven Kane había ejercido sobre todos.

Mucha Memoria, mucho Registro Oficial, pero a condición de no encontrarse nunca cuando se pedían; y en la mesa de lectura, todos los diarios porteños, vacíos y estériles como sábanas de monja, luciendo el artículo editorial al frente, extenso riel de plomo en que, para valerme de una figura bíblica, se fatigan los caballos de la imaginación.

Notando Juanita que doña Inés se asustaba un poco al verla y al oírla tan bárbaramente bíblica, prosiguió sonriendo: Pero no te apures ni te sobrecojas. No será menester tocar en tales extremos; no llegará la sangre al río. Aunque será severa la lección que yo , no pasará a ser tragedia, y quedará en sainete.

París, Londres, Berlín..., el espíritu europeo..., la guerra mundial... Todo eso es transitorio, todo cambia y se transforma, mientras que este café permanece inmutable, con los mismos divanes, con los mismos camareros, con los mismos clientes, con el mismo menu, con las mismas ideas, con el mismo humo, con los mismos dramas y con los mismos cangrejos. Mi llegada a Madrid tuvo algo de bíblica.

Será execrado el triunfo de la fuerza en nuestra actualidad de cautiverio, mientras la ley de la justicia ejerza en la conciencia universal su imperio. Mas no murió la causa independiente. Faltóla el brazo, pero tiene asilo en las almas, y flota en el presente como la cesta bíblica del Nilo.

No es una majestad ingénua, bíblica, inocente; no es esa majestad sencilla y candorosa que saca su encanto del espíritu; no es una majestad cristiana; es una majestad poderosa, esplendente, fantástica, agorera; una majestad que saca su encanto de la forma; una majestad del arte pagano; pero indudablemente estas formas tienen algo imponente, majestuoso y grande.

Al ver lavar a las chicas, o llenar los cántaros y subir con ellos tan gallardas, airosas y ligeras, por aquella cuesta arriba, me trasladaba yo en espíritu a los tiempos patriarcales; y ya me creía testigo de alguna escena bíblica como la de Rebeca y Eliacer; ya, comparándome con el prudente Rey de Ítaca, me juzgaba en presencia de la princesa Nausicáa y de sus amables compañeras.

Entró un comisario, seguido de los Machut, padre e hijo, los cuales no vacilaron en compararme con el más vil de los animales. El comisario cogió mis papeles y me invitó a seguirle; Elisa lloraba y se arrojaba a los pies de su papá; yo contemplaba esta escena bíblica con un estupor ridículo. ¡De súbito lo comprendí todo! ¡Había caído en una encerrona!

Palabra del Dia

rigoleto

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