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Actualizado: 15 de junio de 2025


La justificación del objeto amado es el mejor bálsamo que el afecto pueda encontrar para sus propias heridas: «¡Un hombre tiene que tener tantas cosas en la cabezaHe aquí la creencia que le permite a una mujer conservar a menudo una fisonomía alegre, a pesar de las respuestas bruscas y de las palabras crueles de su marido.

Sin leerla, le diré que es magnífica, y un amigo mío periodista pondrá un sueltecito con aquello de que en los círculos literarios se habla mucho, etc... Le digo a usted que me interesa mucho ese infeliz, y que haría yo algo por él si pudiera. En bálsamo tranquilo le tengo dado ya más de medio cuartillo, y el extracto de belladona se lo lleva de calle, porque lo que padece la mamá es reuma.

Llegóse Sancho tan cerca que casi le metía los ojos en la boca, y fue a tiempo que ya había obrado el bálsamo en el estómago de don Quijote; y, al tiempo que Sancho llegó a mirarle la boca, arrojó de , más recio que una escopeta, cuanto dentro tenía, y dio con todo ello en las barbas del compasivo escudero. ¡Santa María! -dijo Sancho-, ¿y qué es esto que me ha sucedido?

Los sabios consejos de mi confesor, a quien, dominando el rubor que encendía y quemaba mi rostro, mostré la herida de mi alma para que la curase, y el bálsamo de nuestra santa religión que él vertió en la herida, me prestaron aliento y brío para desbaratar las cadenas en que me tuviste aprisionada, para apartarte de y para tomar luego la determinación que he tomado.

En estos trastornos que desolan la creación, hay un bálsamo para las heridas del corazón, porque nuestras aflicciones son absorbidas por aflicciones tan augustas, y nuestra compasión se ve obligada a repartirse entre otras almas. A veces, por ejemplo, me identifico con esa naturaleza doliente y la abrazo entera a mi piedad.

Entendía Morsamor, que si Tiburcio se deleitaba en actos pecaminosos, era con superior permiso, para sacar bálsamo del veneno y para dirigir y levantar la maldad rastrera a fines excelentes, ordenados por la Providencia.

Y aquí comenzó el buen hombre a referir cosas que dejaban espantado al pobre mozo, no sólo por lo que de espantable llevaban las cosas en mismas, sino también por oírlo de unos labios de los cuales había esperado él, no heridas nuevas, sino bálsamo para curar las que le habían hecho las palabras de su madre.

Su dicha era no pensar, no hablar, amoldarse a aquel mundo muerto. Sería, entre las estatuas vivientes que poblaban el claustro alto, un autómata más; imitaría a aquellas criaturas que tenían en su ser algo de la aspereza de la piedra berroqueña de los contrafuertes; aspiraría como un bálsamo de tranquilidad la herrumbre de las rejas, que esparcían por el templo el perfume vetusto de los siglos.

¿No le he dicho que , pesia a mi linaje? -dijo Sancho. -No tengas pena, amigo -dijo don Quijote-, que yo haré agora el bálsamo precioso con que sanaremos en un abrir y cerrar de ojos.

Es una llaga que sólo se pura con aquel bálsamo; ¿Crees que hago bien ó mal? Pregunté á mi mujer, mirándola con atencion, como para adivinar sus intenciones. Mi mujer contestó: Creo que haces muy bien. En el Hotel de Bilbao, de que hice mencion al principio de estos apuntes, he tenido, la satisfaccion de conocer al brigadier Rotalde, tan excelente caballero como buen pintor.

Palabra del Dia

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