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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Sanabre parecía inquieto; miraba de vez en cuando á sus subordinados con ojos de azoramiento, y al convencerse de que ninguno de ellos se fijaba en él, volvía á escribir, no en los papeles de marca grande que usaba para sus trabajos, sino en un pliego de cartas que el joven ingeniero parecía acariciar con la pluma, trazando las letras con delicadeza de artista.

Como este primer golpe fue dado sobre el suelo, le pareció a Maximiliano que había retumbado mucho, y entonces puso sobre la cama el cacharro herido. Su azoramiento era tal que casi le pega a la hucha vacía en vez de hacerlo a la llena; pero se serenó, diciendo: «¡Qué tonto soy!

A la, mañana siguiente, el profesor Flimnap se presentó con gran apresuramiento en la vivienda del gigante. Jamás su rostro bondadoso había ofrecido un aspecto igual, de alarma y azoramiento. A pesar de sus carnes exuberantes, saltó con juvenil agilidad del plato ascensor á la superficie de la mesa, antes de que los atletas encargados de la grúa hubiesen terminado su maniobra.

Al verles hizo un vago gesto, como si hubiese querido retroceder. Pero Adriana se levantó, fue hacia ella, rápidamente, y le oprimió las manos tanto que Laura contuvo un grito. Entonces, con actitud de azoramiento y de lástima, besó una y otra vez aquellas manos, sin alzar los ojos. Daba las espaldas a Julio y seguía sintiendo sus palabras humildes penetrarle en el alma como una larga caricia.

Mientras tanto, el médico procedía con cierto azoramiento á sus preparativos. Era la primera vez que presenciaba un duelo. Había abierto su caja de cirugía, y con una rodilla en tierra empezó á desenvolver vendajes, abrir frascos y examinar el buen funcionamiento de sus aparatos. Quedaron frente á frente los adversarios.

Esperaba el tacaño una explosión de gratitud por dádiva tan espléndida, y ya le parecía estar oyendo las bendiciones de la tía Roma, cuando ésta salió por un registro muy diferente. Su cara telarañosa se dilató, y de aquellas úlceras con vista que se abrían en el lugar de los ojos, salió un resplandor de azoramiento y susto, mientras volvía la espalda al lecho, dirigiéndose hacia la puerta.

El joven siguió algunos días en la casa, asistiendo a los registros a que se entregaba la familia, vigilando la rebusca, el manejo de llaves, el tirar de cajones no abiertos en muchos años, que llenaban el suelo de ropas antiguas y olvidados objetos. Removían la casa, esparciendo su contenido con la misma confusión e igual azoramiento que si hubiese entrado en ella una banda de ladrones.

Las damas de los coches, por su parte, cruzaban entre saludos, señas y sonrisas, sin poder disimular un involuntario azoramiento, semejante al del chico descarado que se resuelve a hacer una travesura en las barbas mismas del maestro.

El hombre calvo sofocóse; y agitando nerviosamente en su gruesa mano un sobre repleto, con un sello de lacre, negro, prosiguió: Vuestra excelencia debe de estar prevenido. Nosotros no lo estábamos... El azoramiento es natural... Lo que esperamos es que nos conserve su confianza. Vuestra excelencia es en esta tierra una flor de virtud, espejo de bondad.

Este, sosegado ya y tranquilo, hallábase arrellanado en la poltrona, al calor del fuego; cuando entró Jacobo, examinaba atentamente, con aire de aficionado, los tres sellos de lacre arrancados a los cartapacios por el masón traidor y olvidados en su azoramiento encima de la mesa. Los papeles estaban a buen recaudo, encerrados bajo llave en la cómoda del fondo.

Palabra del Dia

creolina

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