United States or Sweden ? Vote for the TOP Country of the Week !


Cayeron sobre el encorvado espinazo del viejo, que estaba, como siempre, con la azada en las manos y la vista en el surco. Cumplía su destino con la indiferencia y el valor de un disciplinado soldado de la miseria. Trabajar, trabajar mucho, para que no faltase la cazuela de arroz y la paga al amo.

Cada uno se echó bajo un algodonero, acompañando con su jadeo los golpes sordos de la azada. Entretanto el calor crecía. En el paisaje silencioso y encegueciente de sol, el aire vibraba a todos lados, dañando la vista. La tierra removida exhalaba vaho de horno, que los peones soportaban sobre la cabeza, rodeada hasta los hombros por el flotante pañuelo, con el mutismo de sus trabajos de chacra.

Entretanto el cielo se iba aclarando poco a poco, y cuando por fin se vió el campanario de la iglesia que les indicaba como un faro el término de su viaje, el sol, surgiendo del horizonte, circundaba toda la naturaleza con su luz esplendorosa. Se habían cruzado en el camino con algunos campesinos que, con la azada al hombro, se dirigían al trabajo de los campos.

Los gastos son enormes, los deudores numerosos, y las operaciones que se malogran, por falta de confianza o de oportunidad, incalculables. ¡Ese Jacintito! Nunca fué un socio de consejo, y pronto dejará de ser un socio de dinero, porque el capital está ya comprometido; cada jugada de Bolsa del atolondrado joven es un golpe de azada para la casa, que descubre ya sus poco seguros cimientos.

Pasan tres días en la más viva impaciencia; después, una mañana, Juan, sin aliento, corre al jardín en busca de Gertrudis, con el semblante enrojecido a fuerza de contener las ganas de reír. Al instante, ella suelta la azada y se precipita con él al patio. Delante de la balsa está el viejo David furioso y desfigurado, medio blanco, medio transformado en deshollinador.

Y cuando ya mi tumba de todos olvidada No tenga cruz ni piedra que marquen su lugar, Deja que la are el hombre, la esparza con la azada, Y mis cenizas antes que vuelvan á la nada, El polvo de tu alfombra que vayan á formar.

Entonces el alcalde llamó a un hombre de los que estaban en el corro, que al parecer servía de pregonero en el lugar, y tal vez de verdugo cuando se ofrecía, y dijóle: Gil Berrueco, id a la plaza, y traedme aquí luego los primeros dos asnos que topáredes; que, por vida del rey nuestro señor, que han de pasear las calles en ellos estos dos señores cautivos, que con tanta libertad quieren usurpar la limosna de los verdaderos pobres, contándonos mentiras y embelecos, estando sanos como una manzana y con más fuerzas para tomar una azada en la mano, que no un corbacho para dar estallidos en seco.

Si faltase azada, la cavaré con mis manos....Para la mortaja iré a pedir una limosna en la casa que fue mía, y si hallo la puerta cerrada la derribaré para que entres con tus hijos.... ¡Y el loco también! ¡Haré respetar mi voluntad! Los muertos serán sepultos y amparados los vivos. Se cumplirán todas las mandas que ordené.

La sombra pareció registrar sus bolsillos, despues se encorvó para adaptar la hoja de una azada al estremo de un grueso baston: Basilio creyó distinguir con gran sorpresa suya algo de los contornos del joyero Simoun. Era el mismo en efecto. El joyero cavaba la tierra, y de cuando en cuando la lámpara le iluminaba el rostro: no tenía los anteojos azules que tanto le desfiguraban.