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Actualizado: 25 de mayo de 2025
Debía conocer á su nieta, la célebre bailarina. Iba á hacerle alguna pregunta sobre ella, cuando la vieja siguió hablando. Mi preferido fué siempre Alberto, un obrero aficionado á los libros. Yo, aunque deseo vivir independiente, iba todos los días á su casa, ayudaba á su mujer, jugaba con su hijo. ¡Un biznieto! Imagínese qué alegría, señor comisario. No todos llegan á ser bisabuelos.
Los malos tratos y la violencia de las escenas que con su padre tenía a todas horas llegaron a tal extremo que un día declaró a su confesor hallarse resuelta a no padecerlos más tiempo. Tenía el propósito de entrar en el convento a despecho de todos los obstáculos que se le presentasen. Si el P. Gil la ayudaba en su empresa, se escaparía de la casa paterna y entraría inmediatamente en la de Dios.
Antojábasele una crueldad de fiera, un egoísmo de piedra, la indiferencia universal; ¿por qué hablaban todos los vetustenses de mil y mil asuntos que a él no le importaban, y por qué nadie adivinaba su dolor, ni le compadecía, ni le ayudaba a maldecir a los traidores y a castigarlos?
El cariño á Pepita era lo que mantenía las apariencias de paz de su casa: lo único que le ayudaba á sobrellevar la tristeza doméstica. Era como un puente que mantenía la comunicación entre él y su esposa. Por ella continuaba Sánchez Morueta su existencia febril de hombre de negocios. Tenía la obligación de defender lo que la pertenecía por su nacimiento.
Para Bonis, que siguió a su hijo hasta la margen del Jordán de mármol, todo tomó nueva vida, más intenso, armónico y poético sentido. Era que la música le ayudaba a entender, a penetrar el significado hondo de las cosas. El órgano, el órgano, le decía lo que él no acababa de explicarse. «Pues es claro; la Iglesia es un lince; ve largo; sabe ser madre».
A falta de ciencia, tenía conciencia, y de camino ayudaba a la leyenda que le hacía infalible. Bonis, que siempre había defendido a los tocólogos de la ciudad y atacaba con dureza la fama milagrosa del gran comadrón, al ver entrar a este se sintió contaminado de la fe general.
Con Paco únicamente desahogaba, y pocas veces. Pero Ana creía en un complot y esto la ayudaba no poco en su defensa. Iba de tarde en tarde a casa de Vegallana, a pesar de protestas pesadas, insufribles de Quintanar, que repetía: ¡Qué dirán esos señores, Anita, qué dirán los Marqueses! Si don Álvaro perdía la esperanza, el Magistral tampoco estaba satisfecho.
Visitación procuraba meterle a Ana, a manos llenas, por los ojos, por la boca, por todos los sentidos, el demonio, el mundo y la carne; el buen tiempo la ayudaba.
Lo que importaba era que nadie se mezclase en lo ocurrido allá abajo. ¡Quién sabe cómo estaría á tales horas... el otro! Mientras su mujer le ayudaba á cambiar de ropas y preparaba la cama, Batiste le contó lo ocurrido.
El conde no tenía más que parientes lejanos por el lado materno, y ella los tenía alejados, para hacerse dueña de él por completo. Yo creía que procedía así por amor, por gratitud a nuestro señor, y como se mostraba atenta y amistosa conmigo, yo la ayudaba por todos los medios. ¿Es esto censurable?
Palabra del Dia
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