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Actualizado: 8 de junio de 2025
9 Se enflaqueció la que dio a luz siete; se llenó de dolor su alma; su sol se le puso siendo aún de día; se avergonzó y se llenó de confusión; y lo que de ella quedare, [lo] entregaré a cuchillo delante de sus enemigos, dijo el SE
Era mi prometido; se avergonzó de mí; ya no le conozco. Tragomer ama á usted todavía. Me alegro, dijo María con firmeza. Eso le hará sufrir... Se pasó la mano por la frente, se volvió hacia su madre, que escuchaba en silencio, y dijo arrodillándose en un taburete cerca de ella: Perdón, mamá.
¡Yo! dije asombrada, no sabiendo todavía adónde quería ir a parar. ¿Y tú le has... le has revelado mi estado, me has... ofrecido... Olga? ¿Qué idea es esa? dije. El mismo fue quien me confesó todo, cuando estaba aquí... ¡Oh! Me conocía mejor que tú agregué, no queriendo dejar escapar de mi juego ese ligero triunfo, no se avergonzó de tomarme de confidente.
Una vez más dio gracias al Dios bondadoso que quita los estorbos de delante cuando la mezquina previsión humana no cree posible removerlos siquiera.... La satisfacción que le rebosaba en el semblante era tal, que se avergonzó de mostrarla ante Primitivo, y empezó a charlar aprisa, por disimulo, felicitando al cazador y augurando a Sabel un porvenir de ventura en el nuevo estado.
Tanto me habían hablado de la maldad de los chicos, que fuí a la escuela como un borrego que llevan al matadero. Yo estaba dispuesto a luchar, como Martín Pérez de Irizar, contra cualquier Juan Florin que me atacase, aunque mis fuerzas no eran muchas. Al principio me puso el maestro entre los últimos, lo que me avergonzó bastante; pero pasé pronto al grupo de los de mi edad.
7 He aquí, que sus embajadores darán voces afuera, los mensajeros de paz llorarán amargamente. 8 Las calzadas serán deshechas; cesaron los caminantes; anuló la alianza, aborreció las ciudades, tuvo en nada los hombres. 9 Se enlutó, enfermó la tierra; el Líbano se avergonzó, y fue cortado; Sarón fue tornado como desierto.
Don Oscar, figurándose que tal calor dependía del mal estado en que me hallaba, dirigiome una mirada de compasión, que me avergonzó. Nos despedimos cordialmente. Al trasponer la puerta volvió a llamar con recia voz a D.ª Tula, que se presentó con la misma sonrisa dulzona, y me extendió la mano, dejándola suelta para que yo la estrechase.
Palabra del Dia
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