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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Además, el capitán Flimnap, arrogante y fanfarrón, parecía una persona diferente de aquel profesor Flimnap bondadoso y simple que había conocido. Entusiasmado por sus ridículas tareas militares, permanecería ausente, sin comprobar la exacta ejecución de sus órdenes. Nadie se cuidaba de su alimentación, y él necesitaba comer.
Mensajero, corre y ve, corre y ve presto y artero, y de ausente caballero llévale a su amor el billete más sincero. No está lejos, muy más fiel, muy más fiel a tus consejos: Busca ansioso los reflejos de un clavel que dejó entre búcaros y espejos.
Como la puerta había quedado abierta, Miquis, Emilia y Riquín entraron sin necesidad de fatigar la campanilla a una hora que, según cálculos aproximados, debía de ser la de las nueve de la mañana del día siguiente. Y como vieran a don José tendido en el suelo sin compañía, al punto coligió Miquis que Isidora estaba ausente.
Nos reímos en casa un poco de estos elogios y comencé a publicar mi diario en El Correo de Lúzaro y a pagar periódicamente las facturas de la imprenta. Estuve ausente de Lúzaro una semana para llevar mi segundo hijo al colegio, y al volver de mi viaje me encontré con que El Correo había pasado a mejor vida, y mis memorias quedaban colgadas en lo que yo consideraba más interesante.
Considera la huida de Mabel como una broma, habla de ella en tono de chanza, asegurando que pronto estará de vuelta, pues no puede permanecer mucho tiempo ausente, y que él la hará volver en el momento que lo quiera o que necesite su presencia aquí. En una palabra, habla ese tipo como si Mabel fuera de cera en sus manos, y él pudiera hacer lo que le plazca con ella.»
Sabía que continuaba viviendo en el estudio. Dos veces había ido á verla por la escalera de servicio, como en otros tiempos, pero ella estaba ausente. Al subir en el ascensor, palpitó su corazón con una celeridad de placer y de angustia. Se le ocurrió á la buena señora, con cierto rubor, que algo semejante debían sentir las «mujeres locas» cuando faltaban por primera vez á sus deberes.
Y la conversación, de la que estaba ausente el pensamiento, continuaba indiferente y vacía, mientras Liette, en su casa, cumplía su misión maquinal, con el corazón oprimido por dolorosa angustia. ¿Sabía algo Carlos?
Pero los misterios del corazón son por demás extraños; pronto varió Lope de sentimientos, como nos lo dice de esta manera: «No me parece que era Dorotea la que yo imaginaba ausente, no tan hermosa, no tan graciosa, no tan entendida; y como quien, para que una cosa se limpie la baña en agua, así lo quedé yo en sus lágrimas de mis deseos.
Delaberge permaneció un momento pensativo... Se había marchado de Val-Clavin a fines de octubre de 1858 y por aquellos tiempos encontrábase el Príncipe ausente. Precise bien sus recuerdos murmuró ya convencido Delaberge y vea cómo tengo razón para... ¿Qué prueba esto? repuso ella con irritación grande. ¿Se puede nunca saber si...? Existen otras presunciones.
El subteniente se marchó, y toda la familia, después de este período de realidades, tuvo que volver á las caricias engañosas de la ilusión y la esperanza, aguardando la llegada de las cartas, haciendo conjeturas sobre el silencio del ausente, enviándole paquete tras paquete con todo lo que el comercio ofrecía para los militares: cosas útiles y absurdas. La madre cayó en un gran desaliento.
Palabra del Dia
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