Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 13 de junio de 2025


El sentimiento de protección, la conciencia de los deberes que tenía que llenar hacia su hermana, le hacía no pensar en mismo. Al contrario, cualquier atención de Aurelia le sorprendía, y la agradecía como si viniese de un niño. Ambas existencias se fueron compenetrando. Vivían modestamente. El cuarto les costaba veinte duros. No tenían más que una criada.

Se saludaron cariñosamente, y durante largo rato hubo entre el joven y la hermosa dama un tiroteo de miradas y sonrisas que llamó extremadamente la atención de Aurelia. ¿Pero, qué es esto? ¿Has vuelto a hablar con esa señora? No. Entonces, ¿qué significa tanta sonrisa? Parecéis amigos íntimos. No replicó el joven algo confuso . Se manifiesta muy afectuosa conmigo.

Todavía en la escalera les entretuvo unos momentos con su conversación desenvuelta e insinuante a la vez y les reiteró con gracia todos sus ofrecimientos. No consintió que Raimundo la acompañase. Se fué sola dejando una estela perfumada que éste aspiró con más placer que su hermana. Porque Aurelia luego que cerraron la puerta guardó silencio.

Si fuese el caballero que ahora tiene al lado.... Aurelia protestó riendo. No; su hermano era más guapo que aquel soldado de cromo con rosetas en las mejillas como las bailarinas. Cuando terminó la representación, Raimundo pudo ver, no sin cierto sentimiento de celos, a Clementina aguardando en el vestíbulo su landó en compañía del mismo caballero.

Isabel, con su hijo Raimundo, se volvió a Madrid a la casa paterna, donde tres meses después de fallecido su esposo, dió a luz una niña que tomó el nombre de Aurelia. Era Isabel una mujer singularmente hermosa. Como hija única de un comerciante que pasaba por bien acomodado, no le faltaron pretendientes. Rechazó todas las proposiciones de matrimonio.

Fué un verdadero apuro para ellos. Raimundo no tenía frac, Aurelia no poseía tampoco un guardarropa muy provisto. Sin embargo, fueron. Un pariente prestó al joven su frac: Aurelia se puso los mejores trapitos del armario. Al día siguiente Raimundo se encargó un traje de etiqueta en la mejor sastrería de Madrid.

Penetrado de su papel de padre y protector de aquella niña huérfana, hizo con ella lo que su madre había hecho con él hasta entonces; la atendió y la mimó con un amor y un esmero que conmovía a los amigos que los visitaban. Aurelia no era hermosa ni tenía gran talento; pero sentía hacia su hermano, porque su madre se la había infundido, una adoración idolátrica.

Temía que Aurelia no viese tan clara como él la semejanza y le arrancase parte de su ilusión. Dos o tres veces a la semana, Clementina solía salir a pie por la tarde, como el día en que por vez primera la vimos. Raimundo, desde el mirador de su gabinete de la calle de Serrano, convertido en observatorio, espiaba su llegada.

Sueldan entonces las dos piezas, y apenas acaban esta operación, desaparece la torre con horrible ruido. El peregrino, á quien los dos hermanos son deudores de este bien, recibe en premio la mano de Aurelia, hermana de Salucio.

Clementina le arrastraba sujeto a su carro, le exhibía en todos los salones sin desdeñarse de él. Porque nuestro joven, de figura delicada y elegante, de carácter apacible y clara inteligencia, se hacía simpático dondequiera que entraba. A nadie le importaba gran cosa si era rico o pobre, noble o plebeyo. Aurelia le acompañaba algunas veces, pero siempre contra su gusto.

Palabra del Dia

trifulcas

Otros Mirando