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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Hay otros que llamaremos «intrépidos», muy expeditivos en sus procedimientos, que quieren llevar las cosas a paso de carga, hombres impacientes, exaltados, audaces, de sensibilidad tormentosa y hasta huracanada.

Rafael, en su embriaguez, no tenía más que un pensamiento: librarse de las audaces manos de la Marquesita, del peso de su cuerpo, de aquel ambiente tentador, contra el cual se defendía torpemente, seguro de ser vencido. Callaba asombrado por lo extraordinario de la aventura, cohibido por su respeto a las jerarquías sociales. ¡La hija del marqués de San Dionisio!

Interrumpida a poco la conversación para cantar Serafina de nuevo, ahora un terceto con Mochi y Minghetti, después de la ovación que siguió al canto, volvió la sabrosa plática, más animada cada vez, aunque en ella se mezclaron ya algunos señoritos del pueblo de los más audaces y despreocupados.

Los salvajes, al notar aquellas maniobras, presumieron que los blancos se preparaban a abandonar la bahía y acudieron a la playa dando furiosos gritos y blandiendo las armas. Algunos, más audaces, se arrojaron al agua, mientras los otros saltaban hasta los extremos de la escollera; pero un disparo de la lantaca hizo caer a tres o cuatro, refrenando el ardor de los demás.

Oyéronse gritos y choque de armas dentro de la tienda y á los pocos instantes volvieron á salir los audaces guerreros, tintas en sangre las espadas y llevando Tristán á cuestas el cuerpo ricamente ataviado de un hombre desvanecido ó muerto, que en un abrir y cerrar de ojos quedó asegurado sobre el caballo de repuesto.

Algunos bandidos más audaces se apoderan de su trompa de succión é intentan extraerla del pozo.... Interrumpo al naturalista.

Spadoni escuchaba las cosas de la guerra lo mismo que si le hablasen de fábulas lejanas. El estaba por la realidad, é interrumpía al coronel para contarle cosas más interesantes. Ahora despreciaba al Casino, para frecuentar el Sporting-Club, donde se reunían los jugadores más audaces, empleando con preferencia fichas de cinco mil trancos.

Algunos más audaces, más maliciosos, y que se creían más enterados, decían al oído de sus íntimos que no faltaba quien procurase contrarrestar la influencia del Provisor. Visitación y Paco Vegallana, que eran los que podían hablar con fundamento, guardaban prudente reserva; era Obdulia quien se daba aires de saber muchas cosas que no había. «¡La Regenta, bah! la Regenta será como todas....

Si el autócrata se hubiera encontrado en el buque volado, su muerte, en el instante preciso en que los audaces revolucionarios se alzaban en armas por tantas partes a la vez, habría sido probablemente el principio del fin; pero por causa de un imprevisto cambio, la corte había tomado la vía terrestre, y entonces las revueltas parciales fueron ahogadas en sangre: de los cabecillas, el único que sobrevivía era Zakunine, que se había mantenido lejos.

Después del primer viaje de Colón, los puertos españoles habían sido como palomares abiertos, de cuyas bocas se escapaban con las alas tendidas las frágiles y audaces carabelas. Los espejismos del oro y el espíritu de aventura desarrollado por siete siglos de guerra con el sarraceno empujaban a los audaces.

Palabra del Dia

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