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Actualizado: 25 de junio de 2025
No sabemos si era en la boca o en la garganta o en la región de las fosas nasales, donde el señor de la Riva tenía a bien machacar y atormentar las palabras; lo cierto es que salían casi siempre transformadas en sonidos obscuros, huecos, caóticos, completamente ininteligibles. Particularmente después de comer, se hacía imposible conversar con él.
Cuando han esplanado su eterna función de atormentar las almas en el infierno, tienen que aclarar sus extrañas distracciones temporales en la tierra, y explicar como pueden ser permitidas por un Dios misericordioso.
Los cabellos del lector se erizarán seguramente al representarse lo que allí pasaría después de este acto bárbaro e inaudito. Acaso sería conveniente dejarlo en suspenso como la famosa batalla del héroe manchego y el vizcaíno. Sin embargo, para no atormentar su curiosidad inútilmente, nos apresuramos a decir lo que pasó desdeñando este recurso de efecto.
Claro está que el monstruo de la herejía, que hoy anda suelto en España sin que la Inquisición le encadene, no impide al Sr. Orti y Lara que vuele por donde se le antoje y hasta que haga la apología de la Inquisición. Pero yo no quiero ni puedo hacerla, y convendré con el señor Clarence King en que la Inquisición era una infernal maquinaria muy á propósito para atormentar y matar á la gente.
Cuando he vuelto en mí y he podido darme cuenta de este acontecimiento, cuando he reflexionado sobre la siniestra casualidad que nos había preparado una entrevista al pie de un sepulcro, cuando he previsto todo lo que nuestra conversación había de tener de penoso y la magnitud de las nuevas impresiones que debían atormentar mi corazón, he deseado que un abismo se abriese a nuestros pies y nos enterrase a los dos juntos. «¡Usted aquí!», he dicho al fin. «Sí ha respondido , en estos lugares llenos de usted y entre mis recuerdos dichosos es donde quisiera vivir siempre, y este pensamiento es el que ha encaminado hoy mis pasos hacia aquí.»
Las cartas bastaron, no obstante, para que el Conde tuviera escenas espantosas con su mujer. Si las cartas le hubiesen probado su culpa, el Conde la hubiera asesinado. Como las cartas no eran más que un indicio, el Conde se limitó a atormentar a su mujer y a desconfiar de ella y a vigilarla. Esta mujer fue desde entonces la espía, la acompañante, la dueña, la negra sombra de la Condesa.
A la civilización de nuestros tiempos, tan propensa á aplicar sus reglas críticas y á desentenderse enteramente de la fantasía en su peregrinación por los áridos desiertos de la ciencia filológica, parecerá extraño, sin duda, explicar por las antiguas las modernas creencias, y la historia de los tiempos pasados con arreglo á las ideas nacionales españolas; pero el poco escrúpulo que se mostraba entonces en esta parte, sirve, al contrario, de sólida prueba para patentizarnos el vigor poético de aquel pueblo, tan espontáneo como verdadero, que no supo atormentar sus ideas y sentimientos con áridas abstracciones.
Mientras se confrontaban los números del cartón con los de las bolas que se hallaban esparcidas encima de la mesa, tarea que duró buen rato, porque Paco se complacía en atormentar á la afortunada señora, los amantes no cruzaron la palabra. Cuando el jugador volvió á agitar la bolsa comenzó otra vez su arrullo suave. Te voy á pedir una cosa. ¿Qué es? ¿Me la concederás? Díme antes lo que es.
El cuerpo no se rodea, Que le ata mas de un cordel, Mas el espiritu del Todos los cielos pasea. La canalla, que se enseña A hacer nueva crueldad, Truxeron gran cantidad De seca y nudosa leña: Y una espaciosa corona Hicieron luego con ella, Dexando encerrada en ella La santa humilde persona. Y aunque no tienen sosiego Hasta verle ya espirar, Para mas le atormentar Encienden lejos el fuego.
Otras llegaba a altas horas de la noche. Se retrasaba peleando con algún pecador de lengua blasfema; velaba enformos, con la esperanza de que se arrepintiesen a última hora. La noche era tan buena como el día para servir a Dios. Además, dormía poco: le repugnaba el sueño, por ser el momento que aprovecha el Malo para tentar y atormentar con visiones pecaminosas e impuros disparates.
Palabra del Dia
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