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Actualizado: 17 de junio de 2025


Ha hecho él más por la gloria de Vizcaya con sus empresas industriales, que todos aquellos Jaunes, sucios, barbudos y llenos de costras. Urquiola calló, desconcertado ante este elogio á su querido tío, temiendo que el millonario tomase la menor respuesta como un atentado á la gloria de su nombre. Pero doña Cristina vino en su auxilio para que la discusión no quedase ahogada.

Con el atentado, la hostilidad entre Carlos y Catalina, ya existente, se acentuó de tal manera, que doña Águeda, para evitar agrias disputas, envió de nuevo a Carlos a Oñate y ella se dedicó a vigilar a su hija. Andanzas y correrías Hay hombres para quienes la vida es de una facilidad extraordinaria.

Repitió su súplica en inglés, y ella lo miró entonces de abajo arriba, sin odio, sin escándalo, con extrañeza, como en presencia de un atentado a las buenas formas sociales, asombrada de la rapidez con que aquel hombre pretendía suprimir de golpe todas las esperas prudentes establecidas por la costumbre. Good night dijo fríamente.

Hay una maquinación infernal en el movimiento de esta noche. Yo lo ... he venido á prevenirles á ustedes y á impedir este atentado. Se internaron los tres, dirigiéndose á la huerta, donde los demás esperaban. Señores, ¿qué hacemos? dijo Bozmediano. El motín de esta noche se dirige á nosotros. Han amotinado al pueblo para cometer, en nombre de la libertad, un horrendo crimen.

Mi tío Ramón hacía pucheros de alegría y de íntima satisfacción. ¡El, sin sospecharlo, él, a sus sesenta y tantos años, había producido aquel verdadero atentado contra la regularidad del equilibrio lunar!

Algunas mujeres nerviosas derramaban lágrimas sin motivo. El buque iba hacia el lugar donde el otro había sido torpedeado, y esto era suficiente para que los alarmistas se imaginasen que el enemigo permanecía aún inmóvil en el mismo sitio, esperando su llegada para repetir el atentado.

Acudimos, pues, al panteón de los Reyes de España, á la hora de la cita. ¿Y qué vimos allí? ¿Qué vieron las tímidas jóvenes y los atolondrados niños y los zafios mozuelos que nos precedieron ó siguieron en tan espantoso atentado?

Nada más absurdo, más bárbaro, más repugnante, que disputar á un padre el santo derecho del consejo, de la persuasion, de las lágrimas, hasta el enojo, porque muchas veces nos enojamos por lo que queremos, por el bien que ansiamos para los objetos de nuestro amor; pero de ningun modo puede darse á un padre la facultad de que haga un derecho de la violencia, de un abuso, de un atentado.

El arcediano de Córdoba D. Alfon fué muerto violentamente, y el dean D. Anton Martin publicó que esta muerte se habia hecho por órden del rey. Sintió mucho D. Enrique que se le designase como autor de este atentado, y en venganza mandó quitar la vida al dean.

Su egoísmo le hacía pensar ante todo en él, en lo que suponía este atentado para el honor de su casa. Además, considerábase herido por la falta de respeto del pariente, afirmando que en este delito de impudor había algo de profanación para su propia persona.

Palabra del Dia

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