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Actualizado: 6 de junio de 2025
Luego, al volver a la ortopedia con el cerebro lleno de peregrinas visiones de trapos y faralaes, caía en profunda tristeza... De esta manera pasaron algunos días. Miquis les envió los dulces de la boda, acompañados de estos renglones: «Desde la mazmorra de flores, desde el delicioso ataúd de la luna de miel, el inmolado Miquis saluda a los señores de Castaño y a la señora de Bou.
Antes de retirarse Ingomar me trajo una de las pieles de oso, y echándola sobre una especie de ataúd que estaba en un rincón, aseguró que me abrigaría cómodamente y se despidió, deseándome un feliz sueño. Me estaba todavía desnudando, cuando la luz se apagó a la mitad de esta operación; me acurruqué bajo la piel de oso y traté de acomodarme lo mejor posible para conciliar pronto el sueño.
¡Válgame Dios, Rita! dijo la marquesa, que no estaba para fiestas . Más propio sería que te indignases de tamaña falta de seso, que no reírse de ella. Tía contestó la joven , bien sé lo que el caso merece; pero aunque estuviese en el ataúd, me había de reír.
Las cosas habían variado, y los ángeles traviesos eran tratados como los mis grandes criminales. Cordero retrocedió para entrar en la calle del Duque de Alba, y en la de los Estudios recibió un testarazo que le hizo saltar de la acera al arroyo. El duro objeto que le embistió era un ataúd. Un hombre le llevaba sobre su cabeza, dando porrazos a cuantos transeúntes hallaba en su camino.
Yo sentí una opresión de agonía, un ansia de llorar que era como ansia de morirme... ¡Y no podía llorar, y no podía morirme! Por no poder llorar ni morirme me sentí sonámbulo. Y di un puntapié con toda mi fuerza a la puerta del sepulcro, una encantadora capillita gótica. Aunque era de hierro, la puerta voló en astillas y pavesas. Adentro del sepulcro había un ataúd cerrado con llave.
Medio por curiosidad, medio por broma, pero todos de buen humor, siguieron los mineros a entrambos lados del carro; unos delante, otros detrás del sencillo ataúd; pero sea por la estrechez del camino o por algún sentimiento momentáneo e instintivo de piedad, a medida que adelantaba el carro, el acompañamiento se retrasaba en parejas, guardando el paso y tomando el aspecto de una solemne procesión.
Pregunté, y supe que en aquel ataúd iba el cadáver de Tremontorio. ¡Dios sabe lo que pasó entonces por mi alma!
No encontré para besar más que las crudas tablas de su vacío lecho de muerte, el suelo de su cuarto, el umbral de la puerta por la que su ataúd había pasado al salir entre los tristes ecos de llanto general de la población, para ir a descansar en el campo de la muerte.
Otros obreros intentaron apoderarse del féretro y levantarlo, pero fueron repelidos por los sables. Aquella caja negra era una bandera de rebelión, en torno de la cual podía organizarse otra vez la revuelta. En los vaivenes de la muchedumbre en fuga, estuvo el ataúd próximo a rodar, soltando sobre el polvo del camino el cadáver que encerraba.
El Padre Arrigoitia y el médico Duhamel, de acuerdo con Miranda, y facultados telegráficamente por la desconsolada familia Gonzalvo, proporcionaron a la muerta cuanto necesitaba ya: mortaja y ataúd.
Palabra del Dia
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