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Actualizado: 21 de junio de 2025


La astuta joven había comprendido tan pobre subterfugio. ¿De qué le había de valer, pues, el ser primera en su clase, y para qué si no, habrían sus padres satisfecho la matrícula durante tres años consecutivos?

En el momento en que se puso en acecho Quevedo, un ujier acababa de introducir en la cámara á un hombre vestido de negro á la usanza de los alguaciles de entonces: era alto y seco, de rostro afilado, grandes narices, expresión redomada y astuta, y parecía tener un doble miedo por el lugar en que había entrado, y por la persona ante quien se encontraba.

Y la emperifollada madre de un alumno, cuya paternidad era dudosa, se paraba a menudo frente al templo de esta astuta vestal, contenta con adorar a la sacerdotisa desde lejos y sin atreverse a profanar su sagrado recinto.

Huberto miró a su madre con estupefacción; la conocía como muy hábil, pero aquella astuta previsión lo desconcertaba. Después de un silencio dijo: Le he dicho a usted la verdad, madre. Amo a María Teresa; una ruptura me haría desgraciado. Comprendo ese sentimiento concedió la señora Martholl dueña siempre de misma; está justificado por el encanto de la joven.

Aún me faltan la cocinera y la doncella dijo ; doña Ana, esa bribona, no tiene más criados; el olor de la cocina me llevará. El tío Manolillo adelantó. No era entonces un hombre, sino una fiera astuta que adelantaba recelosamente sin producir ruido hacia su presa. Un momento después la cocinera y la doncella estaban enmudecidas y atadas.

Ella deberá ser la principal víctima, la que tenga más que perder contestó, con una especie de suspiro. ¡Ah, si él hubiera confiado a alguien sus asuntos, podría, conociendo la verdad, combatir esa astuta conspiración! Pero parece que todos, como en efecto sucede, estamos en la más completa obscuridad. ¡Aun sus abogados nada saben!

Por la noche estaba hasta las doce y a veces hasta la una, no faltando ni aun cuando se veía acometido de sus terribles jaquecas. La sorpresa y confusión que a doña Lupe causaba esto no hay para qué decirlas, y no se satisfacía con las explicaciones que su sobrinito daba. «Aquí hay gato encerrado decía la astuta señora , o en términos más claros, gata encerrada».

Luego, en una voz profunda e intensa, fijando en sus maravillosos ojos, empezó: He sido víctima de un complot infame y vil, y usted podrá juzgar, cuando conozca toda la verdad, cuánto he sufrido, y si no he procedido guiada por un alto sentimiento de deber y de rectitud. Como usted verá, la conspiración fraguada contra no tiene igual por lo ingeniosa y realmente astuta.

Son de invención peculiar de este poeta, y así choca al recorrer rápidamente sus obras, ciertos personajes constantes. Repítense á menudo en ellas, con los mismos rasgos de carácter, ya el viejo atrabiliario y regañón, ya la bondadosa y locuaz negra, ya la astuta gitana, ya en fin, el bufón ó bobo.

Mientras esto decía, doña Lupe, acechándola desde un rincón del pasillo, fijaba en ella una mirada astuta. Aquella tarde estuvo Maxi en la botica bastante más calmado. En un rato que tuvo libre, se fue al rincón del laboratorio en que guardaba sus libros, y cogió uno disponiéndose a sumergirse en la lectura.

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