Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 6 de mayo de 2025
No hay duda que para mirar con indiferencia correr la sangre se requiere aprendizaje, asintió Simón, después de reirse de la irrespetuosa salida de su recluta. Estos religiosos extranjeros me parecen gente muy santa, observó Roger, pues de lo contrario no se impondrían tan cruel martirio en satisfacción de pecados ajenos.
Asintió Miguel. Indudablemente, era por Valeria. Viviendo en Mónaco se consideraba más libre para sus entrevistas con aquella muchacha. ¡Ay, las mujeres! exclamó el príncipe . ¡Qué poder tienen sobre nosotros! ¡Y cómo perturban las relaciones entre los hombres!
He querido hacer el tuyo y tú no lo has consentido. ¿Quién te ha vestido? Yo. ¿Y quién te ha peinado? Yo. ¿No ves que voy peinada como siempre? Es cierto asintió Magdalena con amarga expresión. Tu hermosura no necesita de adornos que la realcen.
Caminando, comiendo, curioseando, el alazán y el malacara cruzaron la capuera hasta que un alambrado los detuvo. Un alambrado, dijo el alazán. Sí, alambrado, asintió el malacara. Y ambos, pesando la cabeza sobre el hilo superior, contemplaron atentamente. Desde allí se veía un alto pastizal de viejo rozado, blanco por la helada; un bananal y una plantación nueva.
Me parece que un puñado de rústicos podría defender esta fortaleza contra diez compañías del rey, dijo Tristán. Lo mismo digo, asintió Roger. Pues bien os equivocáis, mes garçons, exclamó el arquero. Mucho más formidables que ésta las he visto yo rendidas en una sola noche. ¡Por el filo de mi espada!
A las frases de elogio que Raimundo tributó calurosamente a la dama, asintió en un tono lacónico que le apagó los fuegos. Hay que confesarlo. La impresión primera de adoración filial que Clementina inspiró al joven entomólogo se había ido desvaneciendo poco a poco o, por mejor decir, confundiendo con otra inclinación menos santa, aunque guardando algo de ella.
Ese genovés pretende que no hay en el mundo arqueros ni soldados como los suyos y tenemos que probarle lo contrario. Se lo probaremos, asintió el animoso capitán. Pero entre tanto, bueno será que los arqueros y ballesteros escogidos de antemano suban á las cofas disimulando su presencia y su número lo más posible.
Y el famoso príncipe Lubimoff asintió á estas recomendaciones muy emocionado, como un muchacho que organiza su iniciación amorosa y se conmueve prematuramente ante su misterio. Quiso acompañarla hasta la verja de la «villa», á pesar de sus protestas. Si fueses otro, ¡bueno! Es natural que un amigo me acompañe á estas horas; ¡pero tú!... Temo que todos adivinen nuestro secreto.
Mientras pensaba esto, una frase oída por él no recordaba dónde, formada tal vez con los residuos de antiguas lecturas, empezó á cantar en su cerebro: «Una vida sin ideal no vale la pena de ser vivida.» Ferragut asintió mudamente. Era verdad: para vivir se necesita un ideal. Pero ¿dónde encontrarlo?...
Si hubiese cedido, algo irreparable existiría ahora entre nosotros; no nos hubiéramos vuelto á encontrar, no estaríamos aquí diciendo lo que decimos. Ella asintió. Es cierto; no estaríamos aquí. Tú guardarías un recuerdo espantoso de mi persona; sé bien cómo era yo entonces. Tampoco habría ido á buscarte, aunque en ello me fuese la vida.
Palabra del Dia
Otros Mirando