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Actualizado: 27 de julio de 2025


Es la buena sombra de la familia. Mi tío cuenta que, siendo monaguillo, tenía la certeza de llegar a cardenal; y ha llegado. Yo ascenderé muy aprisa. Además, ya sabe usted que un arzobispo de Toledo no es cualquier cosa, y que el tío tiene relaciones en palacio y manda en el Ministerio de la Guerra lo mismo que si fuese un general. ¡Como que es más militar que cura!

Un día presentóse al arzobispo, con cartas de recomendación, un caballero recién llegado en un navío que, con procedencia de Valparaíso, había dado fondo en el Callao; y bajo secreto de confesión le reveló que él era el ladrón de la celebérrima estaca, la cual había llevado con gran cautela a su hacienda de Chile, y que, no embargante la excomunión, la estaca se había aclimatado y convertidose en un famoso olivar.

El piadoso presbítero salió alegre de Córdoba con las santas reliquias en diciembre de aquel mismo año , y en enero del siguiente llegó á Oviedo, donde las recibieron con devocion suma y solemne pompa el rey, el arzobispo Hermenegildo y toda la corte.

Aquel prelado casi infantil no podía ser otro que César Borgia, nombrado arzobispo de Valencia, por su padre el Papa, cuando tenía diez y seis años. Un día que estuviesen libres examinarían con detenimiento el retrato... Y Ulises, bajando la cabeza, sintió que se le atragantaban los bocados.

Inútilmente se cansaba el regente del reino, arzobispo de Toledo, para hacerla viajar de dia, sin el cuerpo de su esposo; todo era en vano: de suerte que no habia otro recurso que repetir todas las noches el entierro. Asi caminaron hasta entrar en Tórtoles, poblacion donde tuvo su padre el gusto de abrazarla.

Al comenzar el invierno de aquel año, la madre, ansiosa de ver a su hijo en el regazo de la Iglesia, resolvió apresurar sus estudios para enviarle, en cuanto fuera posible, al «Colegio del Arzobispo», en Salamanca.

Doña Luz leyó, y decía así: «Mi querido tío: Mis males se agravaron hasta tal extremo en Manila, que los médicos decidieron que yo debía venir a Europa a pasar una larga temporada. Con los aires del país natal aseguraban que me repondría. Mis compañeros me echaron de allí: hasta el mismo Sr. Arzobispo me mandó que me viniese. No hubo, pues, más remedio.

No se me olvidará nunca dijo lo que hizo con la pobre Rosa Peñarrón, cuando aquel concierto famoso que organizó a beneficio de los inundados de Valencia. Le envió Rosa tres billetes, y tuvo la desfachatez de devolvérselos con el precio justo, unas quince o veinte pesetas, y enviar luego a Valencia, por mano del arzobispo, una limosna de tres mil duros...

Tenia en el Virrey gran confianza La gente, que al del Cuzco perseguia; Temiendo del de Cuzco la pujanza, Al Arzobispo el Lucio le traia Muy ciego, por tener de él confianza; Y así cuanto le dice lo creia. Por su mal parecer y mal consejo, Al Concilio no viene Mogrovejo.

La Reina fué recibida por el arzobispo en la puerta de la Seo, y habiendo descansado por la noche en un retrete que se le preparó, fué coronada al dia siguiente con casi las mismas ceremonias que su esposo, de quien recibió la diadema puesta de rodillas ante él, notándose á la vuelta la diferencia, de que nadie sino la Reina fué á caballo, pues hasta la de Nápoles volvió á pie.

Palabra del Dia

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