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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Fausto, con sus guerreros, destroza el ejército de Menelao, y con sus modales refinados enamora a Elena en seguida, que, por otra parte, como es sabido, no era una roca de firme ni un mármol de fría. Después de este doble triunfo, Fausto y Elena se retiran a Arcadia, donde hacen vida bucólica. Allí tienen un hijo: Euforion.
La primera poesía suya, que se imprimió para el público, fué en loor de San Isidro, en diez cantos y en quintillas, apareciendo en el año 1599. Siguieron á ésta otras dos en 1602, escritas largo tiempo ántes, y tituladas La Arcadia y La hermosura de Angélica.
Esta comedia proviene, en su fondo ó acción, de El acero de Madrid, de Lope; pero la escena en que Sganarelle presenta á Leandro como boticario para proporcionarle una entrevista con Lucinda, recuerda otra escena semejante de La fingida Arcadia, de Tirso de Molina.
Lope de Vega dice así en El laurel de Apolo: «Aquél en lo dramático tan sólo, Que no ha tenido igual desde aquel punto, Que el coturno dorado fué su asunto. Miguel Sánchez, que ha sido El primero maestro que han tenido Las musas de Terencio.» V. también La Arcadia, lib. V. Viaje al Parnaso, pág. 23.
Aunque siguen siendo perdidas para nosotros la mayor parte de sus comedias, poseemos algunas, hasta una de ellas en su autógrafo, de las que sabemos indubitadamente que corresponden a este período. También entonces escribió Lope la novela pastoril La Arcadia, primera de sus obras extensas que había de ser impresa, en la que, bajo figura de pastores, introduce a su protector y a sus amigos.
Llegaron, volvieron a subir amo y mozo, y, sin volver a despedirse de la Arcadia fingida o contrahecha, y con más vergüenza que gusto, siguieron su camino. Capítulo LIX. Donde se cuenta del extraordinario suceso, que se puede tener por aventura, que le sucedió a don Quijote
El fuego chisporroteaba alegremente; la cena humeaba; una vieja servidora narraba después la historia de alguna doncella encantada, y yo quedaba dulcemente dormido sobre el regazo de mi madre. La Arcadia ya no existe. Huyó la dicha y la inocencia de aquel valle. ¡Tan lejano! ¡Tan escondido rinconcito mío! Y sin embargo, te vieron algunos hombres sedientos de riqueza.
La lisonja en la conversación, Pedro, es ya como la Arcadia en la pintura: ¡cosa de principiantes! Pero, ¿por qué decías, puso aquí Juan, que no querías exhibir tus cuadros?
Y eso que el artista no adulaba en modo alguno al personaje retratado, ni pretendía haber descubierto ninguna Arcadia ignota; antes consistía gran parte de su fuerza en sacar oro de la escoria y lágrimas del fango, haciendo que por la miseria atravesase un rayo de luz, que descubría en ella joyas ignoradas.
cosa para mi mas odiosa que mis librillos á Almendares y mis Comedias á Cervantes. »Si allá murmuran de ellas algunos que piensan que las escribo por opinion, desengañeles Vm. y dígales que por dinero.» Carta sin fecha: «Estos dias he escrito un libro que llamo Pastores de Belen, prosa y versos divinos á la traza de La Arcadia.
Palabra del Dia
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