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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Y ved aquí un banquero que pasaba horas largas limpiando metales, quitando el polvo, haciendo recorrer tejados y chimeneas, y cobrando, por ayudar al administrador, los recibos de inquilinato de las muchas casas que el marquesado de Aransis posee en Madrid. Estaba una mañana el buen hombre en el patio, cuando se abrió la puerta y aparecieron tres personas.
Creemos que fue montero, porque siempre acompañaba al marqués de Aransis en sus excursiones venatorias. Lo cierto es que en una de estas tuvo Alonso la desgracia de perder una pierna, de lo que le vino aquel destino sedentario. Era natural del Toboso, y algo pariente de los Miquis. Manejaba los capitalitos de algunos manchegos que querían colocar su dinero en fondos públicos.
Lo que yo afirmo es que al declararse usted sucesora de la casa de Aransis, ha sido víctima de un gran engaño. Las indagaciones que hemos hecho nos han llevado a averiguar que el autor de esa execrable comedia fue Tomás Rufete, logrando engañar primero a D. Santiago Quijano y después a su hija... ¿Conoció usted a mi tío el Canónigo?
Hasta que el diálogo tomó otro giro, estuvo como una estatua, fijos en Miquis los ojos: «Oyes. ¿Sabes que te me estás pareciendo a la pantera del Retiro? ¿Por qué me miras así y no dices nada? Pues bien: mi suegro, que es notario de la casa de Aransis, vendrá a hablarte; te anuncio esa grata visita.
Es el retrato de sor Teodora de Aransis indicó Alonso con respeto , superiora del convento de San Salomó, donde murió ya muy anciana y en olor de santidad hace diez años. ¡Guapa monja! ¿Qué tal, D. José?». Don José dijo al oído de Miquis: «¡Si pestañeara!...».
No es fácil definir lo que rápidamente pensó, las cosas que trajo a la memoria, las sacudidas que dio a su dignidad de Aransis para que se despertase y saliese a defenderla. Ello es que saltó del asiento con tal rapidez, que no pudo Joaquín detenerla, y con velocidad de pájaro se puso en la puerta.
«Voy al palacio de Aransis a ver a mi hermana le dijo . Está peor, y anoche le han dado los Sacramentos. ¿Quiere usted venir?». El primer impulso de ella fue rechazar la compañía de Bou; pero con tal empeño redobló este sus instancias y ruegos, que, por fin Isidora no quiso ser esquiva con él en tanto grado, y se fueron juntos.
Lo que pasó aquel día no lo sé. Font muere más tarde; la niña también; la viuda se va a vivir a Getafe; el niño es recogido más adelante por la marquesa de Aransis. Pasa el tiempo y se presenta usted con sus pretensiones apoyadas en el testimonio de su padre difunto, en una tradición de familia y en varios documentos. Las partidas de bautismo de los dos hijos del coronel nada prueban.
No lo dudo replicó Isidora, contrariada, porque habría querido oír hablar mal de su abuela, dado que lo fuese . La señora marquesa será muy buena, aunque en este caso mío... Pero, criatura dijo Muñoz sin poderse contener , ¿todavía no se ha curado usted de la enfermedad de esa idea absurda?... ¿Todavía cree usted pertenecer a la casa de Aransis? ¿Acaso me han probado lo contrario?
Como el gran Relimpio hablara entonces de médicos y ensalzase a Miquis, el hombrazo dijo: «¡Ah Miquis!... Ese todo lo cura con agua fría. Le conozco mucho. Asiste a mi hermana Rafaela, la mujer de Alonso, el conserje de la casa de Aransis». Isidora no esperaba oír citar su casa ilustre, y se inmutó un poco.
Palabra del Dia
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