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Actualizado: 27 de junio de 2025


Vencida la insurrección de Aragón, andaba oculto por la frontera de Francia Antonio Pérez, «como perro de fidelidad natural, que apaleado y mal tratado de su señor ó de los de su casa, no sabe apartarse de sus paredesEsperaba todavía que abriera Dios los ojos del entendimiento á quien podía remediar su situación; pero en tanto se aproximaban al último retiro de Sallent los soldados del ejército real, que se tendrían por afortunados poniéndole la mano encima.

Muy atento a los ladridos y a los disparos, hacíame señas cuando se aproximaban y nos íbamos un poco más lejos, fuera de la pista de los perros, y muy ocultos entre el follaje. Sin embargo, una vez mi sobresalto fue tremendo, porque nos consideramos ya perdidos. La calle de árboles que teníamos que cruzar estaba guardada a cada extremo por un cazador que atisbaba.

Los que cojeaban eran reanimados con ruidosos golpes de vara, que les hacían temblar desde las patas a las orejas. Un caballo manso, en la desesperación de su infortunio, intentaba morder a los «monos sabios» que se aproximaban. Entre sus dientes guardaba aún colgajos de piel y pelos rojos.

Se aproximaban al término del viaje. ¡Buenos Aires!... Ya estaban casi tocándola. Cuatro ranchos y cuatro sueños los separaban nada más de la ciudad-ilusión. Iban a llegar más pronto de lo que deseaban: cuando ya se habían familiarizado con la vida del Océano y su prisa era menos apremiante.

En la plaza habían golpeado al alcalde y á varios vecinos que salían á su encuentro. El cura, inclinado sobre unos agonizantes, también había sido atropellado... Todos presos. Los alemanes habían de fusilarlos. Las palabras de la vieja fueron cortadas por el ruido de algunos automóviles que se aproximaban. Abre la verja ordenó el dueño al conserje.

Baltasar y la muchacha, obligados quizá por el helado ambiente, se aproximaban el uno al otro, hablando no obstante de cosas indiferentes y poco importantes. No, Bilbao no es más bonito... ni tampoco Santander, digan lo que quieran los santanderinos, que son muy patriotas. ¿Sabe usted lo que ha mejorado Marineda? ¿Y lo que está llamada a mejorar todavía?

Es mucho más prudente en él llegar á la quinta por caminos solitarios." Los pasos se aproximaban. La joven, en su banco, estaba enteramente oculta y no tenía que hacer sino permanecer sentada para que Mauricio pasase sin verla; ¿fué una emoción repentina? ¿fué el deseo de ver mejor al que pasaba, ó fué cualquiera otra la razón de que se levantase?

Pero esto no impedía que por las noches, cuando hacía sonar el violoncello, acompañado por ciertos amigotes de Valencia que venían a pasar con él algunos días, todos gente greñuda y estrambótica, que hablaban un lenguaje raro y nombraban a un tal Beethoven con tanta unción como si fuese San Bernardo, el patrón de Alcira, la gente se agolpase en la calle, siseando para que caminasen más quedo los que poco a poco se aproximaban, y abríanse cautelosamente balcones y ventanas ante los prodigios del endemoniado doctor.

Cuando se aproximaban, Lucía daba un codazo a Pilar, diciéndole sin asomo de malicia: Mira... ahí vienen los pajarracos de esas amigas tuyas. La presencia de las Amézagas, como les llamaba Perico, determinaba siempre en Pilar una especie de fiebrecilla que la dejaba postrada después para dos horas.

Debía ser esta irrupción obra de doña Cristina, dispuesta á hacer comprender rudamente al médico su deseo de cerrarle para siempre las puertas de la casa. Aresti veía los ojos de los tres, fijos en él, como si le dijeran: «¿Qué haces aquí? Vete: no eres de los nuestrosEl millonario acogía con una sonrisa la solicitud con que se aproximaban á él, y le rodeaban como si temieran que escapase.

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