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Actualizado: 24 de junio de 2025
Si algún paseante retrasado se aproximaba por azar, podía ver una humilde capilla a la que se bajaba por tres escalones gastados y desportillados y alumbrada por el resplandor tembloroso de unos cirios casi consumidos, mientras alguna vieja de cabeza vacilante bajo la manta bretona murmuraba una oración.
Las hojas caen Aconteció que, cuando ya se aproximaba el otoño, la paralítica llamó a Amparo a la cabecera de su lecho, con tono y ademanes desusados, murmurando sordamente: Acércate aquí, anda. Amparo se acercó con la cabeza baja. La madre extendió la mano, le cogió violentamente la barbilla para que alzase el rostro, y con voz aguda y terrible gritó: ¿Y ahora? Calló la hija.
Inmediatamente la joven rogó a su madre que invitase a Juan, y éste aceptó la invitación porque, con el fin de sacudir su preocupación moral, había resuelto visitar por segunda vez las cristalerías de Austria, proyecto que deseaba someter a la aprobación del señor Aubry. La hora de la llegada del tren se aproximaba.
Repitió su sonrisa: «¿Ia?...» Y luego de entregarle el viejo una segunda moneda de oro, pudo ofrecer estos alimentos á las dos mujeres refugiadas en el pabellón. Durante la noche una noche de penoso desvelo, cortada por visiones de horror creyó que se aproximaba el rugido de la artillería.
¡El último viaje!... Tòni admiró su barco como si lo viese bajo una nueva luz, descubriéndole bellezas nunca sospechadas, lamentando como un enamorado la rapidez con que transcurrían los días y se aproximaba el momento doloroso de la separación. Nunca había sido el piloto tan activo en su vigilancia. Sus supersticiones de navegante le infundían cierto pavor.
Se aproximaba a él tímida, vacilante, pero sin rubores que alterasen su palidez, como si lo extraordinario de las circunstancias hubiese vencido a su antiguo encogimiento. Arreglaba el embozo del lecho, desordenado por los movimientos del herido, daba a beber a éste y levantaba con manos maternales su cabeza, para ahuecar la almohada.
Un gesto, una mirada de su madre bastaban para paralizarlos cuando estaban hablando. Y si no sucedía tanto con los demás tertulios, algo se aproximaba. Todos parecían tener fe ciega en las altas disposiciones de aquella señora singular y reconocían de buen grado su autoridad. En el gabinete no había lujo.
Era un velero de Brema y no iba a América. Se aproximaba a las costas del Brasil para tomar los vientos, ganando después el cabo de Buena Esperanza. Iba a la China a cargar arroz. El Goethe saludó con un bramido el pabellón enarbolado por el velero.
El se creía un marino, é imitaba á los hombres de mar, que, acostumbrados á medirse con los elementos, consideran poca cosa reñir con un hombre. Con violentas alternativas de estudio y de holganza se aproximaba trabajosamente al término de su carrera, cuando una angina de pecho acabó de pronto con el notario.
La luz del sol era blanca como la de la luna, y la sombra de los cuerpos intensamente negra, pero de vagos contornos. El cielo estaba despejado; la atmósfera diáfana. ¡El sol se hallaba en el mediodía; y, sin embargo, se aproximaba la noche!
Palabra del Dia
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