Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 10 de mayo de 2025
Más, mucho más que de su territorio, desearia apoderarme de lo que está dentro del territorio, de lo que está dentro de las ciudades, de lo que está dentro de las casas, dentro de la familia, dentro del individuo; de esa sombra que le acompaña, de ese centinela invisible que le custodia, de ese misterioso y terrible poder que le defiende; la palabra, la inteligencia.
Pero la verdadera apoteosis de Federica y la defensa de Goethe las hizo ella misma, cuando rehusó la mano de Reinhold Lenz, diciendo que «La que había sido amada por Goethe no podía pertenecer a otro hombre»; y cuando, más tarde, estando ya Goethe en la cumbre de su gloria, decía ella a los que la compadecían: «Era muy grande para mí, estaba llamado a muy altos destinos: yo no tenía derecho a apoderarme de su existencia.» Palabras de santa resignación y de amor a toda prueba, que ennoblecen a Federica, pero que dan a la vez claro testimonio de que Goethe no fue tan malo; no destrozó duramente aquel corazón, donde dejó tan sublime concepto de sí propio y tan dulce recuerdo.
Mi alma ardía ante la idea de aliarse en el espacio con el alma de aquella desconocida; si ella se alejaba, yo la seguía con la mirada hasta perderla de vista, la esperaba hasta que volviese y, al verla de nuevo, trataba de apoderarme de su imagen, de apropiármela por completo y de identificármela, para no perderla jamás.
Necesitábamos un barco y un hombre. La doctora habló, orgullosa de su penetración que le había hecho adivinar en ti una fuerza aprovechable. Me dieron la orden de ir en busca tuya, de apoderarme otra vez de tu voluntad. Mi primer impulso fué negarme, pensando en tu porvenir. Pero el sacrificio era dulce; el egoísmo dirige nuestras acciones... ¡y te busqué! Lo demás tú lo sabes.
Se reprochaba, entre otras tonterías, el haberle tenido la brida demasiado corta y el haberse hecho tanto de desear; el no haberle saciado de dicha y el no haberle matado de ternura. Es culpa mía pensaba ; lo he acostumbrado a privarse de mí. Si yo hubiese sabido apoderarme de él, me habría hecho necesaria para su vida.
¡He venido aquí á apoderarme del rey! dijo entonces el barón á los suyos; y lo conseguiré ó pereceré en la demanda. Roger y Simón cayeron en seguida sobre los hombres de armas que guardaban la puerta y los tendieron á los pies de sus caballos.
Arrogantes galanes, á fe mía, dijo Simón á Roger, que olvidado de todo contemplaba con embeleso espectáculo tan nuevo para él. Lo que yo pienso, dijo á su vez Tristán, es que si pudiera apoderarme de uno de aquellos alegres jinetes y hacerle pagar rescate, podría también comprarle a mi madre un par de vacas.... No seas cernícalo, Tristán, repuso Simón.
Sí á mí me dijeran: ¿qué es lo que quieres para apoderarte de una nacion, para mandarla, para ser su amo? yo contestaria: quiero ante todo apoderarme de su lengua, mandar en su palabra, ser amo de ese libro en que están escritos los nombres de Dios, padre, madre, hijo, hermano, amigo, patria, luz, amor, espacio.
Algunas veces contaba con los accidentes de aquel género de vida debilitante para sorprender en falta a Magdalena y apoderarme de un espíritu tan seguro de sí mismo, pero eso no sucedió: Estaba yo casi enfermo de impaciencia.
He dado asueto á los criados. Juana debe venir en seguida y quiero que la recibas y le digas que me espere. Vamos á comer juntas. Bueno... En el momento se me ofreció imperiosamente la idea de apoderarme de la amiga de Lea. La hora era propicia; la casa estaba vacía; todo se arreglaba á medida de mi deseo.
Palabra del Dia
Otros Mirando