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Actualizado: 15 de mayo de 2025
El ventero la tomó, se armó de un candil, vino recto a la cama de Mounsey y tendió el oído. El infame grillo, por una intuición del genio, como se llaman en la vida las casualidades, había callado un momento. ¡Nada le valió! Al primer gorjeo, rápido, enérgico, sin vacilación, como el memorista que hace un cálculo ante la concurrencia absorta, el ventero, de un golpe, lo aplastó contra la pared.
En cuanto á mí, quisiera vivir en paz con todos; procuro respetar, la flor y el insecto; pero sin apercibirme, ¡cuántos seres destruyo! Aplasto multitudes infinitamente pequeñas cuando dejo caer mi pesada masa sobre la hierba; arraso y produzco cataclismos en la historia de un mundo imperceptible cuando subo á un árbol para balancear mis piernas por encima del agua.
La línea de infantería se aplastó en el suelo. Los hombres se contraían, para hacerse menos visibles, junto á las aspilleras por las que asomaban sus fusiles. Muchos se habían colocado la mochila sobre la cabeza ó la espalda para que les defendiese de los cascos de obús. Si se movían, era para amoldarse mejor en la tierra, buscando excavarla con su vientre.
Es tan pronto el ruido sordo que hace un pirata borracho cayendo sobre el suelo, como la voz temblorosa de los que aun tienen el vaso en una mano y con la otra se agarran a la mesa. ¡Vino aquí, grumete, vino, o te aplasto! Y los hay que luchan entre ellos pie contra pie, frente contra frente.
Cuando lo logró, apoderóse de él el vértigo del mando, y viendo revolotear á una mosca cerca de él, exclamó: «¡Ah! ¡Como ahora soy rey, te aplasto!» y espachurró al pobre insecto contra el brazo del dorado sillón.
No lo sé balbuceó la joven, que temblaba de miedo. Imprudente, no me mientas o te aplasto bajo mis pies. ¿Dónde está Marta? Tened compasión de mí; yo no lo sé, señor. Aunque me quitarais la vida yo no podría deciros otra cosa. ¿Por qué estás levantada y vestida? Porque me despertó un ruido extraño, señor. ¿Qué ruido? Un golpe, como si alguien hubiera caído...
Lea le miró con tranquilidad. ¿Y después? Nada más. La cantante se levantó y ambos quedaron cara á cara, sin contenerse ya y respirando el odio y la violencia. ¡Por el diablo! ¡Si no escribes, estúpida, te aplasto. Cogió la mano de aquella mujer y la apretó con toda su fuerza. Lea enrojeció de dolor y de cólera y trató de desasirse, pero él la tenía como con una tenaza de acero.
Sí es, sí es; lo sé yo; ¿no ve usted que es el amo del cotarro, el presidente de las Paulinas?... Entre usted, entre usted, so bandido... y verá usted con qué arma digna de usted le aplasto los cascos.... Calma, calma, amigo mío; yo me basto y me sobro para despedir con buenos modos a estos señores.
Tampoco lo consentiré yo, exclamó el no menos sorprendido Tristán, enarbolando un pesado tablón que vió apoyado contra el muro. ¡Ea, basta de broma! Al primero que mueva el chafarote lo aplasto como un sapo. ¡Pues no faltaba más! ¿Qué mala mosca ha picado á este par de gansos? preguntó Reno. Cuidado, gigantón, no empiece yo por darte una sangría y te caiga encima la tabla esa....
Aquí, cuando apenas estaba concluida la Plaza, tuvieron lugar las fiestas públicas por el casamiento de María Antonieta con el Delfín, y la multitud aplastó en un dia á ciento treinta y dos personas. Aquí, sobre este suelo que pisamos, rodaron en el trascurso de tres años no cumplidos, mil quinientas cabezas de personajes célebres.
Palabra del Dia
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