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Actualizado: 21 de mayo de 2025
El dolor tiene su fascinación como el placer, y las lágrimas seducen lo mismo que las sonrisas. Tomé, pues, el sombrero, y me largué al Muelle. Una apiñada multitud de gente de pueblo se revolvía, gritaba, lloraba é invadía la última rampa, á cuyo extremo estaba atracada una lancha.
Con efecto: se les despierta temprano, se les lava, se les viste y pone encima todo lo nuevo, caro y precioso que tienen, botines de seda, enormes sombreros, trajes de lana, de seda ó de terciopelo sin dejar cuatro ó cinco escapularios pequeños que llevan el evangelio de S. Juan, y así cargados los llevan á la misa mayor que dura casi una hora, se les obliga á sufrir el calor y el vaho de tanta gente apiñada y sudorosa, y si no les hacen rezar el rosario tienen que estar quietos, aburrirse ó dormir.
Juanito viose detenido por la masa apiñada ante el tablado de los bailes populares. Sonaba el agudo cornetín repitiendo monótonamente la contradanza moruna o acompañando las voces de los cantadores, y a su compás saltaban sobre el tablado las parejas de bailarines, que de lejos parecían polichinelas. En aquel lugar bifurcábase la corriente del gentío.
Una multitud rumorosa y apiñada, donde domina el tono pardo y azulado de los trajes, circula sin cesar; el polvo lo envuelve todo en una nevada amarilla; un hedor acre se respira en el aire; y a cada momento largas caravanas de camellos atraviesan la multitud, conducidos por mongoles sombríos vestidos de pieles de carnero...
Baltasar y Borrén, de americana y hongo, se colocaron entre la apiñada muchedumbre y quizá le murmuraron al oído cien mil dislates; pero no estaba el alcacer para gaitas, es decir, no estaba Amparo de humor de requiebros, hallándose exclusivamente poseída del fervor político. Sentíase sobreexcitada, febril, en días tan memorables.
Aunque la lucha cesó, no cesó tan a tiempo que el Rey no se enterase de ella. Y mandados por él, se adelantaron algunos soldados de su guardia, rompieron por medio de la apiñada multitud y llegaron al centro mismo donde se hallaban los que dieron ocasión al alboroto.
Ven entonces los guerreros de enemigos nube inmensa, llenando apiñada masa toda la tendida cuesta desde donde acaba el llano hasta donde el bosque empieza.
Los artesanos dejan sus obradores, salen los vecinos á las puertas de las casas, los devotos que estaban en el nuevo templo haciendo sus annefilas acuden á las puertas esteriores del atrio: asoma por la parte de occidente una apiñada muchedumbre, y distínguese á intérvalos una voz aguda á la que sigue una algazara estraña de aplausos, silba y descompasados ahullidos.
De la bruma de la noche surgía a lo lejos la ciudad, con la apiñada arboleda del Tempul y las aglomeraciones de blanco caserío, en las que palpitaban los últimos faroles de gas como estrellas agonizantes. Soplaba una brisa helada: la tierra y las plantas parecían sudar al contacto de la luz. Un pájaro salió aleteando de las chumberas, con agudo silbido, que hizo estremecer a la joven.
Palabra del Dia
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