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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Hay el hombre que cifra todo su éxito en el apellido heredado y cree que su nombre procérico basta para lograr la más apetecible conquista. Con éste el «no» tiene que ser histórico. La mujer debe decirle, siempre de una manera muy fina, que hubiera preferido a su antepasado.

Pesándome de que me llamen todos los días, desde el año 9 en que nací, por el mismo apellido, cien veces dejé aquél con que vine al mundo, y ora fui el Duende satírico, ora el Pobrecito hablador, ora el Bachiller Munguía, ora Andrés Nipresas, ora Fígaro, ora... y qué yo los muchos nombres que me quedarán aún que tomar en los muchos años que, Dios mediante, tengo hecho propósito de vivir en este bajo suelo; porque si alguna cosa hay que no me canse es el vivir; y si he de decir la verdad, consiste esto en que a fuerza de meditar he venido a conocer que sólo viviendo podré seguir variando.

Un niño de tres años que empieza á hablar, y al verme me llama: «¡El papá de BilbaoEl amor me da lo que tantas veces deseé en mi casa sin conseguirlo. ¡Un hijo!... No lleva mi apellido, no puedo confesar que soy su padre, pero pienso en él, espero que crezca y ¡ya vendrá á mi lado! ¡ya haré por él cuanto pueda, que será mucho!

Por los tiempos en que esta verídica historia comienza, había en la calle de las Sierpes, no lejos de la tienda del rapista, una casa deshabitada, grande y hermosa, con piedra de armas en el frontispicio, de cuyas armas los entendidos sacaban el apellido Velasco de Llanes, y que hacía luengos años que no se ocupaba, porque se decía de fama pública que tenía duende.

El apellido de los duques de Alba dijo Stein es Álvarez, y así se llama también mi patrón, que es un buen hombre, lleno de honradez y tendero retirado. Me causa mucha extrañeza ver que en este país los nombres más ilustres son comunes a las clases más elevadas y a las más ínfimas. ¿Será cierto lo que se dice en mi país, que todos los españoles se creen de noble sangre?

Entretanto, únicamente se podía decir que ella no era lo que parecía, que ella no era Isidora Rufete, sino Isidora... A su tiempo madurarían las uvas; a su tiempo se sabría el apellido, la casa, el título... Vivir para ver. Estas cosas no ocurren todos los días, pero alguna vez... Pasó un naranjero.

No había personaje de paso en París, viajero polar ó cantante famoso que escapase sin ser exhibido en el comedor de Lacour. El hijo de Desnoyers en el que apenas se había fijado hasta entonces le inspiró una simpatía repentina. El senador era un hombre moderno, y no clasificaba la gloria ni distinguía las reputaciones. Le bastaba que un apellido sonase, para aceptarlo con entusiasmo.

El segundo apellido de Ricardo, el resonante y prestigioso Cámpora, viene de un bizarro coronel, don Márcos Cámpora, que acompañó a San Martín en su gran campaña del paso de los Andes. Así, pues, los dos primeros apellidos, Arregui y Pérez, representan la creación de la fortuna en su doble actividad, comercial y pastoril.

En resolución, concertaron la venida de allí a ocho días, y que se había de llamar, cuando fuése gitano, Andrés Caballero, porque también había gitanos entre ellos deste apellido.

Tales eran sus razones. Alguien podría sospechar pero no probar su invencible repugnancia a todo lo vulgar y plebeyo, y el horror que de ella se apoderaba a la sola idea de poder un día tener un hijo que llevase su ilustre apellido en pos de otro apellido oscuro y rústico de algún ricacho villano.

Palabra del Dia

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