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Actualizado: 6 de julio de 2025
Es la máxima apatía e indiferencia; la ataraxia. Pero el filósofo necesita del dramaturgo, para no ser estéril ni perecer. Y el dramaturgo necesita del filósofo, para no ser vano ni desaparecer. Sófocles necesita de Sócrates, y Sócrates necesita de Sófocles. Los diálogos socráticos tienen forma dramática y los diálogos sofóclitos tienen fondo filosófico.»
El gobierno, queriendo ocultarlo, publicó en la Gaceta un parte, que solamente hablaba de pequeñas partidas alzadas en Galicia; pero los periódicos, suplementos y extraordinarios dieron la voz de alarma; con lo cual la sorpresa de la corte fue tan grande como inconcebible estaba siendo su apatía.
Por un instante venció en él la indignación a la apatía; tomó el egoísmo acento de ira; subiósele el rencor a los labios; inyectáronsele de sangre los ojos y, con voz temblorosa, extendiendo una mano hacia la sotana, exclamó: ¡Maldita seas!
Era un rayo de sol en una cerrazón de la niebla, era la viva reivindicación de sus derechos, una protesta alegre y estrepitosa contra la apatía convencional, contra el silencio de muerte de las calles y contra el ruido necio de los campanarios....
El dramaturgo, aquejado de su último y vergonzoso vacío interior, se precipita hacia la superficie, se manifiesta con amplitud enfática, como taumaturgo, y hace conjuros a la pasión y al frenesí. Busca en la pasión imaginada el correctivo de la apatía íntima. Además, como por dentro no puede llorar, por fuera no acierta a sonreír.
Mi tía la Sanguijuelera contestó el chico con tan graciosa naturalidad, que Isidora no pudo contener la risa. Ya aprenderás mil cosas que no sabes. Y dime ahora, ¿qué aspiración tienes tú?... ¿Qué quieres ser?... Yo no quiero ser nada repuso él con apatía. Es preciso que estudies y que trabajes. No volverás a la fábrica de sogas. Irás a un colegio. ¿Qué carrera quieres seguir?».
Miquis y D. José le hacían mil preguntas, pero ella no contestaba nada. Por la noche Augusto, después de prescribirle el reposo, se retiró seguro de hallarla mejor al día venidero, lo que no resultó cierto, porque a la siguiente mañana encontró el médico en su infeliz enferma el mismo silencio, la mismo apatía lúgubre y la propia indiferencia del día precedente.
Un día la envolvieron en gruesas mantas, y no obstante su resistencia, la llevaron a Prusia a consultar a un médico; éste se encogió de hombros, prescribió píldoras de hierro y aconsejó un cambio de aire. Debía haber aconsejado algo más, que preocupaba mucho a nuestros padres, al menos a papá, pues ya hacía mucho tiempo que nada podía sacar a mamá de su apatía.
Además de mi apatía e indolencia, exagerada un tanto por mis convecinos los luzarenses para presentarme como un tipo estrambótico, soy un sentimental y un contemplativo. Me gusta mirar, tengo la avidez en los ojos; me quedaría contemplando horas y horas el pasar una nube o el correr una fuente.
Mamá está dominada por Tirso, papá enteramente acoquinado, y su carácter, vencido por la enfermedad y los sufrimientos, va convirtiéndose en una apatía de que sólo a ratos le saca la rabia del dolor. Ya no hay medio de ocultarle que en casa existe una guerra peor que la del Norte. ¡Si papá me dejase, plantaba a Tirso en medio de la calle sin ningún miramiento! No veo otro remedio al mal.
Palabra del Dia
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