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Así pues, el tejido celular, elemento orgánico de todos los tejidos, de todos los órganos, siempre está hinchado, edematoso, infartado, ó endurecido en alguna parte. En este estado, es importante tener en cuenta los síntomas morales. Son perfectamente análogos á los físicos, y están caracterizados por la apatía, la indiferencia, el desaliento.

Esta vez, papá no mandó buscar al médico: podía fijar el dianóstico él mismo. Hasta mamá se compadeció de los sufrimientos de la desdichada, tanto como se lo permitía su apatía, y ésta no consentía que se alejase de la estufa para atender a su hija enferma.

Al mismo tiempo la apatía y la pereza quedaban vencidas... Andábanle por dentro comezones y pruritos nuevos, un deseo de hacer algo, y de probar su voluntad en actos grandes y difíciles... Iba por la calle sin ver a nadie, tropezando con los transeúntes, y a poco se estrella contra un árbol del paseo de Luchana. Al entrar en la calle de Raimundo Lulio vio a su tía en el balcón tomando el sol.

Era de ver también la flema con que Montifiori presenciaba el enlace de su hija; y por último pasmaba la apatía con que Blanca se entregaba a un marido que carecía, como era natural, de todos los encantos que un hombre puede ofrecer a una mujer joven y bella.

Poco ó nada que citarse hay en aquel pueblecito, cuyos habitantes en su mayoría viven en una indiferente apatía, de la que no les arrancan ni las necesidades ni las constantes excitaciones de la autoridad. Allí fuimos asediados por un sinnúmero de pobres, quienes nos demandaban una limosna con destemplada y gangosa voz.

No hay allí recursos de ninguna clase; muchas veces he bajado, y viendo huevos frescos, he querido adquirirlos a cualquier precio. Con una calma desesperante, con apatía increíble, contestan: «No son para vender», y es necesario renunciar a toda resistencia, porque el dinero no tiene atractivo para esa gente sin necesidades.

Lamentábase entonces de su imprudente apatía, y prometiéndose remediarla, confesábase allá en el fondo de su corazón Que propio del cobarde es Llorar la ocasión perdida. No la juzgaba él, sin embargo, pasada del todo, puesto que tenía en su poder las cartas de Garibaldi que explicaban su conducta y garantían su persona.

Incomprensible apatía le inundaba: una inconsciencia, una vaguedad de emoción, comparables al comienzo de la embriaguez. Su razón meditaba sin comprender. La frescura de la noche hacíale sonreír. Abajo, profundamente, los altozanos ondulaban con color fosco de acero. El convento de la Encarnación, con sus tristes paredes pálidas, adormía en la noche su sosiego santo.

Es tanto mas notable la apatia en el adelantamiento de fronteras, en cuanto no ocupamos hoy mas terrenos que aquellos que poseyeron y concertaron con los indios, el Adelantado Vera y D. Juan de Garay con 60 soldados y 30 familias, al tiempo que restableció esta ciudad de Buenos Aires en el año de 1580, á saber: 35 leguas N S, y en parte menos, que se enumeran del rio Paraná al Salado, y 120 E O, hasta entrar en la jurisdiccion de Córdoba.

Ningun provecho sacó la Corte de Madrid de estos reconocimientos: la apatia era su estado habitual, y solo cuando recelaba un rompimiento con alguna potencia europea, se despertaba de su letargo para ordenar que se explorasen las costas del sud, no con el objeto de poblarlas, sino para desalojar á los extrangeros.