Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 8 de octubre de 2025
De manera que se puede «planchar» tanto por sobra como por ausencia de despejo. Frecuentemente se ven también algunas muchachas bonitas que «planchan». Son figuras de belleza inerte, como los angelones de retablo. La hermosura sin gracia, decía Ninón, es como un anzuelo sin cebo. Su espíritu apagado y su inteligencia opaca hacen que su compañía sea aburrida y tediosa.
Sea por esto o, lo que es más probable, por la bien declarada y proverbial fealdad de su figura, tampoco los indianos picaron la carnada del anzuelo. Y eso que, con motivo o sin él, solía descotarse más de la cuenta para hacer ostensible lo que, según voz pública, tenía de menos malo en su cuerpo.
Atento á todos los ruidos, á todos los movimientos, dirige con su caña el anzuelo por el fondo ó lo sube un poco, según le aconsejan los elementos de la naturaleza que le rodea. Estando tan bien acompañado ¿qué le importan los profanos? Ni se digna dirigirles una sola mirada, dedicado completamente á vigilar al pez en su madriguera.
Puso un anzuelo nuevo; un enorme gancho, en el que ensartó varios roveles, y sin soltar el timón agarró un agudo bichero. ¡Flojo golpe iba a soltarle a aquella bestia estúpida y fornida como se pusiera a su alcance! El aparejo pendía de la popa casi recto. La barca volvió a estremecerse, pero esta vez de un modo terrible.
El aparejo, antes rígido y tirante, pendía flojo y desmayado. Tiraron de él y salió a la superficie el anzuelo, pero roto, partido por la mitad, a pesar de su tamaño. El compadre meneó tristemente la cabeza. Antonio, ese animal puede más que nosotros. Que se vaya, y demos gracias porque ha roto el anzuelo. Por poco más vamos al fondo.
La redada había sido, en efecto, completa y calificábala Butrón de pesca milagrosa; el caritativo anzuelo de socorrer a los heridos del Norte había prendido en todos los corazones, verificando la fusión deseada, y el heterogéneo personal de la Asociación de señoras quedó reclutado, faltando tan sólo organizarlo.
De ninguna manera; no quiero que te rías de mí. Aunque fueses feo, siempre quedarías como hombre agradable e ingenioso. Muchas gracias... pero no trago el anzuelo. Dime entonces tu nombre. ¿Para qué?... no me conoces... me llamo Juan Fernández. Eso no es verdad. Ambos quedaron silenciosos unos instantes.
Crea que esto me ha dado qué pensar. Dice usted que se casó sin saber lo que hacía... Explicación escurridiza. Tengamos sinceridad, y hablemos claro. La sinceridad es difícil; pero así como los niños, que confiesan por primera vez, no confesarían si el cura no les sacara los pecadillos con cuchara, así yo voy a ayudarle a usted preguntando y echándole el anzuelo de la respuesta.
La buena de doña Juana de Velasco, vale de oro todo lo que pesa; en hablándola de mi padre, no sabe ser suya: es mucho lo que admira, mucho lo que venera, mucho lo que sirve la duquesa á su excelencia, y ha tragado el anzuelo... hasta el cabo... ¡lindezas dirá esta carta!
El pez puede maliciosamente no dejarse coger, jugar con el anzuelo sin engancharse; el hombre de la caña, silencioso y prudente como un airón sobre su pata, no deja por eso de tener su brazo preparado y su mirada fija; jamás se desespera: al sentarse en la orilla del agua se halla depositado de las pasiones humanas, de impaciencia é ira.
Palabra del Dia
Otros Mirando