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Actualizado: 25 de mayo de 2025
El rostro de la joven se oscureció repentinamente y, retirando su mano, profirió con acento desdeñoso y colérico á la vez: Mira, déjame de casorios... Como he vivido hasta ahora seguiré viviendo... sin honra, pero libre... muy libre, ¿sabes? Velázquez quedó confuso, anonadado. Conociendo el temple de su querida, se abstuvo de insistir.
Adjunto le envío algunos datos sobre su herencia, que desgraciadamente no es...» Suspendió Elena tal lectura para mirar á su marido con ojos interrogantes; pero éste tenía la cabeza inclinada, como anonadado por la noticia.
No sé lo que me pasa dijo sollozando el intendente, completamente anonadado . Es un enigma que llena de espanto; yo no le dije nada; vos tampoco le hicisteis revelación alguna. ¿Cómo se explica entonces que lo sepa todo? ¿Existe en el mundo alguna otra persona que sepa nuestros secretos?
Acababa de morir. Maltrana quedó inmóvil, con la cabeza baja, anonadado por la noticia. Después fijó en el doctor sus ojos interrogantes. ¿Y qué han hecho de ella?... ¿Y el cadáver? ¡Dime, por Dios, dónde lo llevaron!... Sentía un remordimiento inmenso por su egoísmo y su cobardía. Deseaba visitar su tumba, ya que había pasado los días vagando, sin atreverse a verla en el hospital.
¡Enaguas! replicó la joven con el acento más despreciativo que pudo hallar. ¡Vamos, debe usted tener los ojos en el cogote para confundir enaguas con chambras! Timoteo quedó anonadado. Apenas pudo murmurar algunas frases de excusa. Y he aquí por qué el violín se quejaba tan amargamente hacía poco tiempo, por qué arrastraba las notas de un modo tan lamentable.
Un gesto, un solo gesto, un movimiento de ojos, el ademán de un dedo, la seña más leve, y yo me hubiera arrojado en sus brazos, me hubiera entregado a él, me hubiera abrasado y anonadado de amor, me hubiera deshecho en besos apasionados.... Felicita, repare usted que, en las habitaciones vecinas, hay huéspedes y le están oyendo a usted. Lo proclamo a la faz del mundo.
Levantóse bruscamente, y después de mirarle con fijeza, entre airada y desdeñosa, le dijo con acento glacial: Tienes razón. Ese arreglo no puede convenirte.... Mejor será que cortemos de una vez nuestras relaciones. Y se dispuso a marchar. Raimundo quedó anonadado. ¡Clementina! gritó con desconsuelo cuando se hallaba ya cerca de la puerta.
¡Gran Dios! ¿qué había hecho él para padecer tanto? ¿No era un hombre bueno?... Sintióse cada vez más anonadado por el dolor. Allí se quedaría clavado en el ribazo; podían venir sus enemigos: no tenía fuerzas para coger la escopeta caída á sus pies. Resonó en el camino un lento campanilleo, poblando la obscuridad de misteriosas vibraciones.
Piadoso obsequio, dulce recuerdo de aquel Viernes de Dolores venturoso y feliz en que mi alma tenía la pureza de las azucenas; en que los cielos y la tierra me sonreían, cuando en el templo alfombrado de amapolas, entre el humo de los incensarios, a los acordes solemnes del órgano, delante de un altar, resplandeciente, me acerqué trémulo, anonadado, a recibir el Pan Eucarístico.
Cuando el confesor del rey salió de la cámara de la reina, al verse en las galerías del alcázar medio alumbradas, y por consecuencia medio á obscuras, solo, sin otro testigo que Dios, la entereza del desgraciado se deshizo; vaciló, y se apoyó en una pared. Y allí, anonadado, trémulo, lloró... lloró como un niño que se encuentra huérfano y desesperado en el mundo.
Palabra del Dia
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