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Actualizado: 21 de mayo de 2025


El hombre al trastornarlo todo, al arruinarlo todo, al anonadarlo todo, se encuentra consigo mismo, que es quien trastorna, arruina y anonada. Cuando haya llegado á dudar de la existencia de Dios, del mundo, de sus semejantes, de su cuerpo, en medio de aquella inmensa soledad se encuentra todavía á mismo.

El público y el orador tienden á fascinarse mutuamente. El primero mira y oye: no sabemos lo que es más terrible, si la mirada ó el oído. Las miles de pupilas dan vértigo. La atención de tanta gente dirigida á una sola voz confunde y anonada. El orador, por su parte, ve y oye: ve la serenidad anhelante ó desdeñosa, y oye toser.

Yo no lo que te digo, Marianela, porque la onda de mis emociones me anonada y confunde, haciendo imposible todo discernimiento claro y ordenado. Acumula todos los amores que han merecido el canto sublime de los poetas y de los genios, y no serán, reunidos, pálido reflejo del que yo siento por quien sabes.

A la primera impresión no ofrece más que rasgos graves, solemnes, místicos y de una vaguedad en la que el pensamiento se anonada, pero tienen huella del dedo todopoderoso que trazó sobre las paredes del palacio de Baltasar la sentencia de una monarquía, y, cosa maravillosa, permanecerán largo tiempo ininteligibles, tanto a los sabios como a los grandes de la tierra.

Paquito salió el primero: tenía el aire de un chico que ha sentido en una pesadilla un peso enorme, que no ve, ni palpa, ni comprende, pero que le oprime y le anonada y le deja el pecho jadeante. Lilí salió después y se le quedó mirando; los dos se acercaron al retrato. ¡Uy! dijo Lilí desolada ¡Lo que le han puesto!...

Yo también lo y eso es lo que me anonada... Siento mi abyección, me sonrojo de ella... ¡y la conservo! ¡Ay! Va usted á despreciarme ahora más que nunca, señor... ¡Usted, á quien habría amado tanto, si me lo hubiera permitido!

Lo que me anonada es que mi tía consienta esto, mi tía que me quiere tanto. ¡, ya que no me quieres; pero mi tía...! Vamos que... Pues esa víbora de Papitos, con su cara de mona... ¡Qué humanidad, Dios mío! El hombre honrado no tiene defensa contra tanto enemigo; la traición le rodea; la deslealtad le acecha. Aquellos en quienes más confía le venden.

Lo que digo es que el individuo se siente pequeño ante lo mismo que él ha creado: el artífice se anonada ante su propia obra. En este caso sucede al hombre lo que al grano de arena en medio de un desierto muy dilatado. Un grano de arena y otro grano de arena forman el desierto; pero el grano se ve perdido entre los horizontes de aquella inmensa soledad.

Al leer á Quinto Curcio, admiro al héroe macedon, y me complazco en verle cuando se arroja impávido al traves del Gránico, vence en Arbela, persigue y anonada á Darío, y señorea el oriente. En todo esto hay grandeza, hay rasgos que no fueran debidamente apreciados, si se cerrara el corazon á todo sentimiento. Mach.

No veo que bajo este aspecto pueda ofrecerse ninguna dificultad; pero la cuestion no está resuelta sino en su parte negativa, pues hasta aquí solo sabemos que el alma de los brutos no se corrompe ó no muere por descomposicion; fáltanos saber qué se hace de ella; ¿se anonada? ¿continúa existiendo? y en tal caso, ¿de qué manera? Estas son cuestiones diferentes.

Palabra del Dia

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