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Actualizado: 17 de mayo de 2025
En el sitio correspondiente a las grandes rejas que dan a la plaza de Oriente, sobre la cornisa, la huelga duraba toda la noche con gran animación, risas, guitarreo y algún refresco de horchata de cepas. Doña Cándida trinaba contra estos desórdenes, porque no podía pegar los ojos en toda la noche, y amenazaba a los transgresores con denunciarlos al Inspector general.
El ardoroso sol de los últimos días primaverales inundaba todo el jardín, engendrando sombras enérgicamente proyectadas que dibujaban en la arena formas extrañas. El movimiento y los ruidos iban devolviendo animación a la casa.
Frente a una de ellas acertó apararse distraídamente, y a través de los gruesos barrotes vio desamparado y desierto aquel mismo lugar donde pocas horas antes era todo animación y bullicio.
Estas eran las que abría con más prisa y leía con mayor interés, animado el rostro por la emoción él que de ordinario se mostraba tan discreto, y la llegada de aquellas cartas estaba siempre seguida por cierto abatimiento que sólo duraba algunas horas o por una animación y una verbosidad extraordinaria que persistía por muchas semanas.
Como dato final, a las nueve llegaron al galope dos agentes a darnos la filiación de los perros rabiosos vistos, y a recomendarnos sumo cuidado. Había de sobra para que mamá perdiera el resto de animación que le quedaba. Aunque de una serenidad a toda prueba, tiene terror a los perros rabiosos, a causa de cierta cosa horrible que presenció en su niñez.
A su hospitalidad acudían lo mismo por blanco pan el miserable que el alma desolada por el bálsamo de la palabra que acaricia. Su corazón reflejaba, como sensible placa sonora, el ritmo de los otros. Su palacio era la casa del pueblo. Todo era libertad y animación dentro de este augusto recinto, cuya entrada nunca hubo guardas que vedasen.
No tan de prisa exclamó el cura. ¿Qué hace usted de la enfermedad, que cambia la animación en tristeza, sobre todo en las nerviosas?... ¿Qué de la sordera que ensombrece la mirada y le da una expresión inquieta?... No hay que ser tan categórico. El buen fruto se distingue del averiado por las palabras y los actos.
Otras veces, jactanciosa como todo inválido, decía a su hija: «Sácateme de delante, que irrita el verte; de tu edad era yo una loba que daba en un cuarto de hora vuelta a una casa». Sólo echaba de menos la animación de su Fábrica, las compañeras. A bien que las vecinas de la calle solían acercarse a ofrecerle un rato de palique: una sobre todo, Pepa la comadrona, por mal nombre señora Porreta.
Muy moreno, la barba en punta, el cabello cortado coronando una hermosa frente, viva la mirada, Mauricio había cogido la mano de Herminia y la hablaba con animación. ¿Qué decía? La señorita Guichard no podía oírlo. Pero la joven movía la cabeza con aire de duda y una cierta inquietud. Dió algunos pasos por la escalinata y lentamente, seguida por Mauricio, descendió al jardín.
Cuando cundió el regocijo y se aumentó la animación de todos, Juanita los formó en círculo, asidos de las manos, y se puso a cantar con mucha gracia y con muy afinada y buena voz, aunque no había estudiado música, el célebre cantar del conde de Cabra: Yo no quiero al conde de Cabra, conde Cabra, ¡triste de mí!, que a quien quiero solamente, solamente es, ¡ay!, a ti.
Palabra del Dia
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