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Actualizado: 10 de mayo de 2025


Como no hay mala ventura que no tenga término, la nave Argo logró casi vencer los obstáculos todos y se encontró al final del estrecho y muy próxima a lanzarse en la amplitud del Atlántico. Larga y profunda calma tuvo, sin embargo, parada la nave e impaciente su tripulación durante muchas horas. Pero, no hay mal que por bien no venga.

Pero de su situación, de su forma, de su amplitud, de sus comodidades, ni una palabra: a lo sumo, que era grande, con solanas, escudo nobiliario y accesorias.

La solidez de la obra, toda de magníficos sillares y la amplitud de la nave nos hizo sentir el injustificado estado en que se encuentra aquel edificio que á poca costa podría habilitarse y dársele aplicación. El camino de Tayabas á Sariaya está en muy buen estado.

El principado ruso era para los demás, para las gentes que se deslumbran con la amplitud de los títulos, sin saber apreciar su mérito y su origen; él prefería, como algo más noble, el marquesado español, á pesar de que todos lo ignoraban en España, por carecer de consagración oficial. A los tres convidados del príncipe Miguel los conocía Toledo.

Era aquélla una existencia nueva para Magdalena, y también para había algo muy nuevo en el hecho de verla tan bruscamente colocada en condiciones más vastas, con la libertad de actitudes, la amplitud de costumbres, ese algo indefinible superior y muy imponente que prestan el uso y las responsabilidades que implica el poseer una gran fortuna.

Pero sea que ella temiese la intervención secreta ó pública de Rogerio Chillingworth, ó que su conciencia le hiciera temer que se concibiese una sospecha, que ningún otro habría imaginado, ó que tanto el ministro como ella necesitaban de más amplitud de espacio para poder respirar con toda libertad mientras hablasen juntos, ó quizás todas estas razones combinadas, lo cierto es que Ester nunca pensó en hablarle en otro lugar sino á la faz del cielo, y de ningún modo entre cuatro paredes.

Y como si fuese su dueño, la apremiaba con mandatos, unas veces suplicantes, otras imperativos: «Ven... ven». Hablaba de la hermosura de su «cabina» en el mismo piso de los camarotes de lujo, de su techo alto, de la amplitud de su espacio, con profunda cama y anchuroso diván. Pretendía deslumbrar con estas comodidades del tugurio flotante a la pobre amiga, que iba instalada en las cámaras más profundas y obscuras, cerca de la línea de flotación. «Ven... venPodrían hablarse allí sin temor de ser sorprendidos; cruzar sus besos tranquilamente.

La villa de Nieva, como ya se ha dicho, tiene soportal en casi todas sus calles, de uno o de otro lado; a veces de los dos. Suele ser mezquino, bajo, desigual y sostenido por columnas lisas y redondas de piedra, sin adornos de ningún género; muy mal empedrado asimismo. Sólo en tal o cual paraje, donde alguna casa se había reedificado, ofrecía mayor amplitud y un pavimento más cómodo.

Habíase acostumbrado Feijoo a la amplitud desnuda de sus habitaciones, a las grandes vidrieras, a la altura de techos, y no podía vivir en estas casas de cartón del Madrid moderno. Su domicilio tenía algo de convento, y su vecino en el segundo de la izquierda era un arqueólogo, poseedor de colecciones maravillosas.

El dramaturgo, aquejado de su último y vergonzoso vacío interior, se precipita hacia la superficie, se manifiesta con amplitud enfática, como taumaturgo, y hace conjuros a la pasión y al frenesí. Busca en la pasión imaginada el correctivo de la apatía íntima. Además, como por dentro no puede llorar, por fuera no acierta a sonreír.

Palabra del Dia

hociquea

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