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Actualizado: 22 de mayo de 2025
Le miraba el pelo renegrido, hecho una pasta, como un casco de alquitrán. No se le movía un cabello, y no pude menos de pensar que su inteligencia y su espíritu eran lo mismo, inmóviles. Pero ¿cómo se te declaró? ¿qué te dijo? Luego agregó que «se atrevía a suponer» que no sería rechazado.
Y atravesando la calle, dirigiéronse a un solar cerrado por alta valla. Sobre los tablones unidos que servían de puerta destacábase un gran rótulo escrito con alquitrán: «Escuela de Tauromaquia». Entraron.
A nuestra izquierda, habia una mesa rodeada de obreros, que sin duda acababan de comer. Ya de sobremesa, pasaban el rato en acertar charadas ó adivinaciones. Uno preguntó: ¿cuál es la cosa que más se pega? Este decia que era la resina; aquel que el alquitran; el uno que la cola; el otro que el aceite, el de más allá, que la trementina; el que le sigue, que la pez, y así cada cual decia su cosa.
Y empujó con el pie una vieja chaqueta de marinero, cubierta de manchas de vino y de alquitrán. ¡Es raro! dijo el contramaestre, y el guiñapo subió majestuosamente hasta lo alto de la driza. Se supone que la broma pareció un poco pesada a los de la corbeta, porque dos cañonazos partieron casi inmediatamente y las balas hicieron bastantes destrozos en el aparejo de El Gavilán.
Hoy solo se aprovecha su vasto suelo con la explotacion de los bosques de abetos y pinos, de la cual se obtienen fuertes valores en maderas, alquitran y trementina.
Una verdadera oleada de perfumes sube del jardín hasta él, un soplo ardiente le azota el rostro, y gotas de lluvia tibia le acarician las mejillas. Por momentos, los toneles de alquitrán que arden en la aldea lanzan llamaradas a través de las masas de vapor obscuro que velan el horizonte. Juan fija sus miradas abajo. Espera. El corazón salta en su pecho.
Los chicos le considerábamos a Caracas como un ingeniero naval admirable, y pensábamos que lo mismo que un modelo haría una fragata. Caracas tenía su tienda en la punta del muelle; un agujero negro, socavado en la muralla, donde vendía alquitrán, sebo, barricas, clavos, maderas embreadas, redes y anzuelos de todas clases.
Querría bañar sus miembros en ese soplo abrasado, querría vaciar todos los cálices si hubiera dentro de ellos algo que pudiera beberse. En el molino ha cesado el trabajo un poco antes de lo acostumbrado; los mozos quieren ir a la aldea a festejar San Juan. Van a bailar, a quemar toneles de alquitrán, a hacer los locos mientras tengan fuerzas. Gertrudis suspira. ¡Quién pudiera ir también!
Algunos aseguraban que el doctor Cornelius era tan sabio, que a unos indios les había convertido en negros para venderlos después; pero otros decían que lo único que había hecho era teñirles la piel con una mezcla de alquitrán, sebo y nuez vómica. El doctor Cornelius tenía un sistema extraño de espionaje en el barco. Se enteraba de todo, no sé por qué medios.
Los calafates van clavando gruesos clavos en el costado del barco, a golpes de martillo; alrededor suelen verse mazos, grandes barrenos, gubias, gatos para levantar pesos y varias calderas negras llenas de alquitrán, que los hijos pequeños de Shempelar suelen hacer hervir con virutas y pedazos de tablas viejas.
Palabra del Dia
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