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Pienso yo ahora interrumpió Ojeda en la Vida del Almirante, escrita por su hijo don Fernando, el hijo bastardo, el hijo del amor, habido con una señora cordobesa cuando Colón era casi anciano, y que tal vez por eso fue mirado siempre por éste con especial predilección... A la edad de catorce años acompañó a su padre en el último viaje de descubrimiento, el más penoso de todos.

Dícese que Napoleón está furioso con su almirante, y que piensa relevarle inmediatamente. Pero, según dicen indicó Marcial , Mr. Corneta quiere pintarla y busca una acción de guerra que haga olvidar sus faltas. Yo me alegro, pues de ese modo se verá quién puede y quién no puede. Lo indudable prosiguió Malespina , es que la escuadra inglesa anda cerca y con intento de bloquear a Cádiz.

Poco después llegaron más refuerzos americanos y otra vez el almirante Dewey, por medio de su Secretario interesó más trincheras para su ejército, alegando que eran ya cortas las que antes les había dado, concediéndoseles entonces su continuación hasta cerca de Pasay.

En los últimos años dijo Maltrana tenía el Almirante visible empeño en aparecer como extranjero, y por esto insiste tanto en su origen ligur. Adivinaba próximo el pleito que tuvieron después sus descendientes con la Corona.

Perdidas las cuatro naves, en la costa de Veragua dos y en Jamaica las otras, el Almirante fletó en la isla Española dos más embarcando en la del maestra Diego Rodríguez con 25 de sus compañeros. El Adelantado D. Bartolomé vino en la segunda, llegando á Sanlúcar de Barrameda el 7 de Noviembre de 1504.

Porque no ha hecho matar bastante gente; ha dado una batalla á un almirante francés, y hemos fallado que no estaba bastante cerca del enemigo. Pues el almirante francés tan léjos estaba del inglés como este del francés, replicó Candido. Sin disputa, le dixéron; pero en esta tierra es conveniente matar de quando en quando algun almirante para dar mas ánimo á los otros.

Cabe duda de la nave en que fueron porque ni esto se les preguntó ni lo dijeron todos al expresar desde cuándo y cómo conocían al Almirante D. Cristóbal, pero en lo último fueron explícitos, así que, apartando los que dijeron haber ido en el primer viaje aparecen sesenta, número no escaso dada la dificultad de componerlo; el de la mitad de los expedicionarios, que eran: NAO SANTA MARÍA

Vestía el joven el uniforme de gala de capitán de artillería, y el viejo, decrépito y encorvado, el de almirante de la Armada, con todo el pecho lleno de cruces: era el duque de Algar, abuelo y padrino en aquella ocasión del joven marqués que iba a cubrirse.

Al poner el pie en la acera, respiró Currita algo más desahogada y atrevióse a mirar a un lado y otro; todo parecía solitario, y tan sólo por la calle del Almirante vio a un hombre que marchaba a lo lejos, con las manos en los bolsillos, silbando la marcha de Pan y Toros.

Tiempos eran aquéllos de pobreza dijo Ojeda . Los mismos reyes andaban siempre apurados de dinero, la Hacienda pública era menos regular que ahora, y la nación, esquilmada por las guerras con los moros y la de Nápoles, no podía ayudar mucho a unos descubrimientos que sólo habían dado como resultado el hallazgo de islas improductivas en las que morían los hombres. Algo olvidado murió el Almirante. La gente, en España y fuera ella, no prestó atención al suceso: el descubridor se había sobrevivido a su fama. En los ocho años que siguieron al primer descubrimiento se habló mucho de él; luego, en los cinco últimos, el silencio y la indiferencia. Había ido a conquistar las riquezas de Oriente, y nadie veía las tales riquezas: era simplemente el descubridor de unas islas de la extrema Asia.