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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Desengañónos un moro, Y vimos en un instante El imposible posible, Y lo posible alejarse. Casámonos de secreto; Pero, en gloria semejante, Que se partiese a Coín Mandó Almanzor a Zoraide, Y que a mí, mientras viviese, Otro Alcaide me dejase En Cartama, donde he estado Ausente del bien que sabes. Lloramos nuestra partida, Y partiendo, si se parte, Concertamos que en ausencia De su padre me llamase.
Con la parte añadida por Almanzor formaba la mezquita Aljama un gran cuadrilátero rectángulo de seiscientos cuarenta y dos piés de longitud de norte á sur, y cuatrocientos setenta y dos de anchura de oriente á poniente , encerrado en cuatro gruesos muros almenados, fortalecidos con torres albarranas cuadrangulares, en considerable número, y de distintos cuerpos, disminuyendo segun su elevacion.
El mahometismo gárrulo y triunfante se arma de nuevo contra la cruz: al sabio y pacífico y sensual Al-hakem sucede el intrépido, osado y duro Almanzor; y con él nuevas desolaciones para los cristianos de España, nuevas derrotas, nuevas cadenas; y nuevas conquistas, nuevos trofeos para los sectarios del Islam.
A su lado, y formando con ella como un broche de dos perlas gemelas con que adorna su cinto de torres la reina de Andalucía, descuella la encantada Medina Azzahírah, magestuosamente asentada en la ribera del Guadalquivir, rodeada de deleitosas quintas y vergeles, que gozan los wazires, katibes, generales y favoritos de Almanzor, como prenda y testimonio de su liberalidad.
Guzmán llega mientras tanto á los reales de Almanzor, que se regocija extraordinariamente de tener á su servicio al caballero cristiano más valeroso y á su más formidable enemigo, y, aceptando la condición que se le impone, abandona el territorio español.
El mimbar, que Ambrosio de Morales llama Silla del rey Almanzor, se conservó en la catedral de Córdoba despues de la reconquista muchos siglos; cuando aquel cronista escribia sus Antigüedades, hacia pocos años que habia sido destruido sin saberse por qué.
Ese mismo Almanzor, cuya imaginacion embargaban sin cesar sus espediciones militares, apenas sabia guardar para otra que para tí los laureles que recogia entre la polvareda del combate: te acariciaba al volver de sus audaces correrías como un cazador á su perro de caza, como un soldado á su corcel de guerra. Córdoba, Córdoba, ¿cómo no se cerraron entonces tus heridas?
Lo que era antes Bizancio para la sede de los califas, es ahora el Africa occidental: es posible que el gérmen africano ingerto en el robusto vástago hispano-oriental haya producido un arte mas bello que el africano-berberisco, acre por su naturaleza como la índole de las tribus auxiliares de Almanzor; pero de todos modos es africano el genio que preside á la trasmutacion del arte cordobés y á su emancipacion de la tutela bizantina; y es indudable que con solo atender á las fechas, y con saber que la intimidad entre Almanzor y Zeyrí fué anterior á su enemistad sangrienta, podiamos ya sospechar qué escena tendrian dispuesta los arquitectos del poderoso hagib para los dos actos capitales en que por última vez figura la gran mezquita, de anunciar á los creyentes congregados la conquista del Africa occidental, y de distribuir entre los pobres inmensas sumas en celebridad de la ruidosa victoria.
Y esto en el principio, mientras España estuvo sometida al califato de Oriente, y también, así durante la independencia de la España musulmana del mencionado califato, como desde la fundación del de Córdoba hasta su desmembración y ruina después de la muerte de Almanzor. La multitud de reyezuelos que surgieron de la ruina del califato, cuando no eran renegados españoles, eran moros y no árabes.
Mandó Almanzor que se buscase á toda costa, aunque hubiese que pagarla un millon de dinares; así se hizo, púsose á la exigente vieja en posesion de su nueva casa y de su nueva palmera, y vencidas todas las dificultades, empezaron los arquitectos del califa Hixem la obra.
Palabra del Dia
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