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Dentro de este santuario se custodiaba el famoso mimbar de Al-hakem II, que era una especie de púlpito ó reclinatorio, al cual aseguran los historiadores árabes que no habia otro en el mundo que se igualase, por la materia de que estaba construido y por su trabajo.

Dicen si el mimbar ó capilla de Villaviciosa sirvió en los primeros tiempos de sala de consejos y despues de sacristía; pero nada tuvo que sufrir tampoco ni de la mano de los concejales ni de los del cabildo. Tardó siglos en sufrir mutilaciones este singularísimo edificio; mas ¡ay! ¡fueron bien crueles los que ya por primera vez hizo en él la escuadra y el compás de los cristianos!

En esta incómoda mezquita, como en terreno prestado, se habia celebrado el culto público de Mahoma en los años mas gloriosos, si no los mas felices, del reinado de Abde-r-rahman I; pero ahora en su venerada vejez anhelaba dilatar sus arrogantes miradas en nueva, espaciosa y magnífica aljama, haciendo una sola casa de adoracion de la mezquita y la basílica reunidas, sustituyendo al tabernáculo el libro del Profeta, al ara sagrada el lujoso mimbar, al ambon el púlpito de los khatibes, y á las nubes de incienso los fragantes pebeteros de aloe y ambar-gris.

Así han ido pereciendo una a una nuestras mas preciosas antiguallas; mas ¡qué mucho que en nuestro siglo eminentemente prosáico se hayan igualmente deshecho muchos inestimables objetos del arte de la edad media, si el siglo del renacimiento le dió el ejemplo! Segun el citado cronista era el mimbar una especie de carro con cuatro ruedas, y solo tenia siete gradas. Al-Makkarí, loc. cit.

Llegará á la capilla y maldecirá instintivamente la mano del que se atrevió á destrozar asi la unidad del templo. ¿Cómo podrá dejar de ver en ella un espantoso anacronismo, una planta exótica, un delirio artístico? ¡Que los que hayan tenido la suerte de visitar esta mezquita recuerden la primera impresion que recibieron! ¿Quién despues de haber visto las naves árabes, el mimbar, el santuario del Coran, ha podido fijar jamás los ojos en las innumerables bellezas que cuenta la capilla?

El juez superior de la aljama de Córdoba, Ab-du-r-rahman Ibn Tarif, anuncia al pueblo el doloroso acaecimiento desde el mismo mimbar que estaba dispuesto para el glorioso príncipe, y salen las turbas de la mezquita esclamando: ¡Duerme el Amir en la sombra de la paz! Allah le sonreirá en la hora de las cuentas porque guerreó en su camino.

El mimbar, que Ambrosio de Morales llama Silla del rey Almanzor, se conservó en la catedral de Córdoba despues de la reconquista muchos siglos; cuando aquel cronista escribia sus Antigüedades, hacia pocos años que habia sido destruido sin saberse por qué.

En la pág. 253 dice así: «En el año 155, en la luna de Moharram, mandó Al-hakem colocar el antiguo mimbar á un costado del Mihrab; asimismo mandó armar la antigua Maksurah y dispuso que en la quibla del nuevo edificio añadido por él se pusiese otra Maksurah de madera, labrada por dentro y por fuera, y coronada de almenas, la cual tenia setenta y cinco codos de largo y veintidos de ancho, y su altura hasta las almenas ó remate era de veintidos codos.

Abde-r-rahman no obstante, como acostumbraba á hacer oficios sacerdotales muchos viernes predicando al pueblo desde el mimbar, ó presidiendo los entierros y recitando las oraciones de ritual sobre los difuntos, merece bajo ambos conceptos el título de Imam que le uno de los historiadores citados por Al-Makkarí. Gayangos en la nota 36, pág. II, lib.

En la Maksurah, de construccion y ornamentacion maravillosas, habia un púlpito ó mimbar de sorprendente riqueza. Poco duraron los palacios de Azzahra.