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Actualizado: 16 de mayo de 2025


escribes un tomo de versos y pones en la cubierta: «Poesías, por Tristán Aldama». Eso no dice nada; el público no sabe a qué atenerse, porque lo ignora todo de ti. Pero estampa debajo del título, verbi y gratia: «por Tristán Aldama, diputado por Puertocarnero o senador vitalicio», y ya el público tiene motivos para conocerte y la crítica para guardarte consideraciones.

Después como si fuese acometida súbitamente por un rapto de locura se puso a gritar a la niñera: ¡Juana! ¡Juana...! ¡El niño! ¿Dónde está el niño? ¡Traerme el niño...! ¿Qué haces? ¿Qué quieres? preguntó a su vez sorprendido Aldama. ¡El niño! ¡El niño! seguía gritando Clara sin hacer caso.

Adiós, Aldama concluyó diciéndole y apretándole al mismo tiempo la mano ; que no falte usted el viernes. Hace dos o tres semanas que no le vemos. Rojas recibía a sus amigos los viernes por la noche en su casa. Era una tertulia casi exclusivamente de literatos donde predominaban los jóvenes.

Lázaro hizo lo mismo, y los tres se marcharon. El Doctrino y el Curro quedaban allí. No es aventurado conjeturar que, al quedarse solos, la botella, á que tanta afición había mostrado Aldama, estaba completamente vacía. Cuando se vieron solos y sintieron bajar la escalera á los otros, el de la botella dijo: ¿Cuánto te ha dado ayer el tío Coletilla?

Con igual firmeza los de Aldama rechazaron este deseo e impusieron sus condiciones. Dos disparos simultáneos a treinta pasos: inmediatamente otros dos a veinte avanzando cinco cada uno. Cuando salían del saloncito después de haberlas convenido llegaba Narciso Luna, aquel joven-viejo o viejo-joven amante de la condesa de Peñarrubia.

Los principales cabecillas del complot se dieron cita para una conferencia secreta que tendría lugar aquella noche en el salón interior de la Fontana, á las nueve, y se despidieron para retirarse, quedando allí Aldama y el Doctrino. Cuando se vieron solos, llamaron á Elías que apareció con cara de júbilo, la cual en aquel hombre era la cara más diabólica y repulsiva del mundo.

Pues no escapará, ni su padre tampoco. Lo mismo digo yo exclamó Aldama, que estaba muy pesaroso porque el amo del café no le había querido fiar una botella de Málaga. Chitón, que viene alguien. ¿Quién es? ¡Ah! Lázaro Lázaro entró y saludó á su amigo. Buenas noches, buena pieza le dijo el Doctrino.

Esto pasaba en una pequeña sala interior de la Fontana, donde el amo tenía algunos centenares de botellas vacías, y dos ó tres barriles, vacíos también, con gran sentimiento, de Curro Aldama. Cuando Lázaro concluyó su relato, se sintió el ruido de aplausos y las voces entusiastas que resonaban en el recinto del café. Hablaba con mucha elocuencia Alfonso Núñez.

Debemos señalar al pueblo cuáles son sus enemigos, sus enemigos de siempre dijo el Doctrino. Pues eso es lo que yo decía afirmó Aldama, decidiéndose, después de grandes vacilaciones, á probar el contenido de la botella. Digo lo mismo repitió Cabanillas. Hoy estamos peor que antes: no hay otra diferencia sino algunas palabras más en nuestras bocas.

Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Aldama. ¿ también quieres irte? ¡Anda, anda, marcha cuando quieras! Se dirigió a la puerta y la abrió. El perro se precipitó raudo por la escalera. Tristán volvió al salón y entonces, , quedó enteramente solo.

Palabra del Dia

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