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Actualizado: 27 de junio de 2025


El número y diversidad de estas formas es extraordinario, cuando se examinan sus modificaciones y derivaciones especiales. Más adelante trataremos en particular de ellas, no sólo de las que usa éste ó aquel poeta por capricho, ó para hacer alarde de su fácil manejo del idioma, sino también de sus clases principales.

El ancla desgarra con sus dientes el lecho de algas en que ha dormido, el carbón chisporrotea en las parrillas dando aliento á los pulmones de acero de la caldera, los engranajes se ajustan, las dobles poleas hacen alarde de su potencia, las burdas, cabos y calabrotes, prueban su elasticidad, las cadenas hieren la cubierta, y en medio de toda aquella vida y de aquel movimiento en que nada está quieto, el barco se columpia libre de toda traba, combinando las palas de la hélice en el fondo de las aguas espirales remolinos que llevan á la superficie entrelazadas ondulaciones en las que se tejen las filigranas de espuma que deja en pos de la bullente estela.

Principalmente en los dramas religiosos, largo tiempo antes se hacía alarde de un aparato escénico extraordinario, si bien en ellos, como en los mitológicos, y en las composiciones fundadas en tradiciones románticas de la Edad Media ó en los libros de caballerías, su mismo objeto las limitaba más ó menos á contenerse en determinado círculo.

Usted mismo no está convencido de la verdad de su objecion; usted mismo sabe que es tirano y déspota el gobierno que, para hacer alarde de fuerza é independencia, todo lo niega por miedo ó por desconfianza y que solo los pueblos tiranizados y esclavizados son los que tienen el deber de no pedir nada jamás. Un pueblo que deteste á su gobierno no debe exigirle más sino que abandone el poder.

Y al decir esto sacaba el pecho y tendía los brazos en cruz, haciendo alarde de la energía vital, de la juvenil acometividad depositadas en su cuerpo. En fin, padrino, que con lo que yo tengo naide se muere de jambre.

El Padre de los Maestros quería darle cierto sabor de protesta mesurada y grave por la ofensa que Golbasto se imaginaba haber recibido del gobierno. Momaren, haciendo este alarde de interés amistoso, se vengaba al mismo tiempo del joven poeta universitario que había osado criticarle como historiador.

A partir del día en que el ingeniero francés mostró á la marquesa las obras realizadas en el río, haciendo alarde de su autoridad sobre los trabajadores, Pirovani se sintió humillado y deseoso de tomar el desquite. Una mañana, acodado en la barandilla exterior de su vivienda, creyó haber descubierto el medio de vencer á su rival.

Luego ocupó el sillón que le ofrecía ella, haciendo alarde de un aplomo que nunca había mostrado en sus visitas anteriores. Me voy á Buenos Aires en el tren de esta tarde, señora marquesa dijo con la gravedad de un hombre que conoce sus propios méritos . Debo ver al gobierno para darle cuenta de lo ocurrido aquí, y hablar con el ministro de Obras públicas sobre la continuación de los trabajos.

El saqueo de la Naturaleza, la amputación de sus entrañas de hierro, había servido únicamente para la felicidad de unos cuantos y para qué el parásito sagrado que se ocultaba tras ellos fuese el verdadero amo de todo. ¡Debía terminar aquel carnaval de la Fortuna, que sólo servía para dar nuevas fuerzas al fanatismo religioso y para irritar á la miseria, con el alarde de una concentración loca de la riqueza, que avivaba los odios sociales!...

Y como el Padre, sin afectación, por no ser propio de su estado, porque no gustaba de hacer alarde de cosa alguna, no se había mostrado nunca a sus ojos como jinete, doña Luz, sin malicia, empezó primero por cerciorarse de que lo era, de que había viajado mucho a caballo en Cochinchina y en la India, y no paró luego hasta que logró salir con él de paseo a caballo en compañía de D. Acisclo.

Palabra del Dia

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