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Actualizado: 27 de junio de 2025


Y este alarde de lujo le servía grandemente para fascinar á las hembras y rendirlas. Despojado de tales atavíos, quizá no sería tanta su buena fortuna. Pero esto es lo que no se confesaría el guapo aunque se hallase en el trance de morir. Soledad le amó con pasión frenética, mezcla de sensualidad, de admiración y gratitud.

Llegamos a la señorita Fernández. ¡Esa ! exclamó la buena señora. ¡Esa me gusta! ¡Tan bonita, tan inteligente, tan buena, tan sencilla! Es rica, y tiene la sencillez de una pobre; es inteligente e instruída, y no hace alarde de ello; es hermosa, y no está pagada de su belleza. ¡Ay Rorró! agregó después de elogiar con mucho entusiasmo a la niña. Es una perla. Así quiero una mujer para .

Gallardo, que adivinó en su fuga la súbita inmovilidad del toro, no saltó la barrera: se sentó en el estribo y así permaneció algunos instantes, contemplando a su enemigo a pocos pasos. La derrota acabó en aplausos por este alarde de serenidad.

Dará siempre, en buen hora; pero cuando el público lo ve, da con alarde; más que con alarde, con gala, con orgullo, con engreimiento.

Pero el pueblo le tendió su mano protectora, recibiéndole con las mas singulares muestras de respeto y deferencia. Entonces el gobierno hizo alarde de entusiasmo y le confirió el título de teniente general, mandando que se buscasen y destruyesen todos los documentos que la anterior administracion formuló contra el buen nombre de tan distinguido militar y patriota.

Persistían aún en él las impresiones del día anterior. Había permanecido hasta hora muy avanzada de la noche con don Fernando Salvatierra, que volvía a Jerez después de ocho años de reclusión en un presidio del Norte de España. El famoso revolucionario volvía a su tierra modestamente, sin alarde alguno, como si los años transcurridos los hubiese pasado en un viaje de recreo.

Yo no condeno tanto el hecho, como su falsa manifestacion y su falso alarde. Llámenlo negocio, empresa, mercado: llámenlo como quieran, moral, no. Eso no es la moral; la cara de carton no es la cara de carne.

En todo esto hay muchas cosas insignificantes, y se hace alarde de árida é inútil erudición; pero á pesar del escaso interés que excita, encuéntranse á veces divertidos lances, y algunos datos curiosos para conocer el teatro de la época.

Pero este arte suyo en componer es mayor de lo que aparece á primera vista: para conocerlo en toda su extensión, es preciso examinar las comedias, en que nuestro poeta se propone hacer alarde de ese don particular, anudando sus hilos infinitos del modo más hábil para formar un tejido maravilloso, cruzándose esos hilos de mil maneras, y, sin embargo, sosteniéndose unos á otros, tomando, al parecer, distinta dirección, y viniendo á parar al mismo punto para converger todos en un foco ó centro común.

Se hallaba retraído en tercera o cuarta fila, siguiendo con ojos de susto los cuidados que a la criatura se prodigaban. Y trató de irse con disimulo sin nueva despedida; pero Amalia le detuvo con alarde de audacia que le dejó petrificado. ¿Qué es eso, conde, no quiere usted dar un beso a mi pupila? ¡Yo!... , señora... no faltaba más.

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